ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 37

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El sol golpea contra mi rostro y cierro mis ojos dejando que mi piel se caliente un poco. El atardecer frente mí tiñe el cielo de rosado entre las copas de los pinos. Tomo una bocanada de aire que me llena y refresca los pulmones con el exquisito aroma a bosque, a lluvia.

"Cicatrices" de Airbag suena en la radio, y yo siento que la melodía me lleva más allá de este mundo. Mi pierna se mueve inconscientemente, lentamente junto con el ritmo de la guitarra eléctrica, y mis labios siguen en silencio la letra de la canción. A mi lado, Enzo la canta en voz baja, también dejándose llevar por el atardecer y el momento que le dedicamos a la canción.

Quiero llevarme cada momento, a todas partes, sin documento.

Sonrío lentamente al escuchar su tono de voz, tan relajado y tranquilo que me lleva a otro nivel de emoción. Abro de nuevo los ojos cuando la canción está por finalizar y me quedo observando las ramas de los pinos que nos rodean. Giro mi cabeza para poder ver a Enzo, notando que aún tiene sus ojos cerrados. Sus dedos golpean levemente su muslo con los últimos ritmos, sintiendo la música, así como yo lo estaba haciendo hace unos segundos. Vuelvo a tomar aire y me permito relajarme una vez más mientra lo miro en silencio.

Era el quinto día que llevábamos viéndonos en la tarde, casi noche. La última vez había sido hace dos días, y ya llevábamos así casi dos semanas. Yendo a lugares que nos gustaban, o que significaban cosas importante para el otro. Esta vez, el atardecer había sido mi idea.

—Está hermoso. —murmura, abriendo los ojos y observando el rosáceo del cielo.

Sonrío de nuevo cuando su mirada choca con la mía, fundiéndose en una emoción que me hace sonreír aún más.

Quería gritar, porque aún estando así me daba cuenta lo encaprichada que estaba por él, aún más con cada segundo que pasaba, cada día, cada salida.

Sus ojos me miran con anhelo y yo disfruto su toque cuando me acaricia la mejilla con su dedo índice, trazando la línea de mi labio inferior. Esa simple acción me pone la piel de gallina, porque casi hasta podía escuchar sus pensamientos a través de su mirada mientras sigue acariciando mi barbilla y mi cuello.

No nos habíamos besado desde la última vez en mi casa, porque en el aeropuerto quedamos de acuerdo que nos teníamos que dar el tiempo de empezar de cero. Aún así, creo que ambos deseábamos ese momento con muchas ansias, porque ya había pasado un mes y medio de ese día. Y sus ojos siguiendo el recorrido de su dedo me indicaba que se moría por acercarse, así como yo para que lo hiciera.

—Me gusta estar así. —vuelve a murmurar, alejando su mano y dejando frío el recorrido que su dedo hizo hasta mi clavícula.

Vuelve a mirarme a los ojos y ahora él es quien sonríe antes de acomodarse en su asiento y volver a mirar el atardecer, donde el sol cada vez está más abajo entre los pinos. Hago lo mismo que él antes de hablar, mi voz ronca por la relajación que me permití darme.

—A mi igual.

Un corto silencio se crea entre nosotros hasta que en la radio empieza a sonar "When The Night is Over" de Lord Huron, una de mis favoritas en la existencia de mi corta vida.

—Uh, me encanta esa. —digo, empezando a tararea la letra, porque no iba a arriesgarme a cantar mal en inglés.

Siento que Enzo le sube a la radio y yo suelto una risa antes de poder mirarlo. Está sonriendo en silencio mientras enciende el motor del auto, el auto que había estado siendo nuestro mayor cómplice en este vínculo que comenzábamos a formar. Miro por última vez el cielo antes de salir del pequeño bosque donde más familias reposaban en sus sillas, tomando mates.

• 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐎𝐥𝐝𝐞𝐫 • | 𝙴𝚗𝚣𝚘 𝚅𝚘𝚐𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚌 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora