ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 46

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—¡Salí! —mi voz se quiebra al gritar. La risa atorada en la garganta mientras intento escaparme de su abrazo.

—Dame un beso, Ori. —dice estirando sus labios hacia los míos, cosa que corro el rostro a un costado.

Es más alto que yo, por ende estoy apretujada entre sus brazos y apenas haciendo pie en el suelo. El pelo se me pega a la cara por el sudor e intento alejarme cuanto pueda de sus labios, los cuales están cubiertos de dulce de leche.

Los panqueques reposan sobre la mesada de su departamento, el humo aún saliendo del último, el cual sacamos hace solo un minuto atrás, antes de que a Enzo se le ocurriera llenarse los labios de dulce. Quise correr, pero no pensé con ligereza, y ahora estaba luchando con un Uruguayo que me doblegaba en fuerza y físico.

—Dale, amor. Dame un beso.

Quiero gritar por reflejo, pero no quiero que después le lleguen quejas de que fuimos muy ruidosos solo por estar boludeando. Enzo sigue estirando su cuello, conteniendo la risa también para no perder fuerza y así lograr que yo corra. Mis ojos se fijan en el dulce en sus labios y niego con la cabeza, negada de querer quedar toda pegoteada.

—Enzo, tenemos que ir a comprar las cosas. —insisto, empujando con más fuerza.

Cuando por fin me suelta, aprovecho para tomar aire y sacarme los mechones de cabello del rostro. Le doy una mirada rápida, fingiendo estar molesta, a lo que él solo suelta una risa y se limpia los labios. Miro los panqueques sobre la mesada y agarro uno para llevármelo a la boca, aunque ya estuviera algo llena de haber comido los otros que iba sacando Enzo a medida que los hacía. Me dirijo a la puerta no sin antes agarrar mi celular y espero ahí hasta que él se termine de limpiar la boca. Por mientras le respondo un mensaje a Belu sobre lo que se iba a poner el sábado. Tecleo con ligereza y cuando termino, lo apago.

—Dale, amor. —digo, mirando el pasillo, y cuando siento sus pasos acercarse, me doy vuelta para poder abrir la puerta.

—Ori.

—¿Mhm?

No llego a darme la vuelta cuando siento que cierran la puerta de golpe y unos dedos me presionan la mandíbula con determinación. Mi espalda choca con la madera de la puerta y tengo que levantar las manos por reflejo cuando siento que sus labios se estampan contra los míos. Me doy cuenta demasiado rápido del gusto dulzón que empiezo a sentir en la boca, y no tengo que pensarlo demasiado para saber que es dulce de leche. Sus labios se mueven cuando acerca su cuerpo por completo al mío, aún sosteniendo mi mandíbula mientras direcciona un simple beso, a uno que hace que me agarre con fuerza de sus hombros.

—Vamos. —susurra cuando se aleja, pasando su lengua por el resto de dulce que queda en mis labios.

Abro mis ojos y Enzo me sonríe antes de abrir la puerta para poder salir, por lo que tengo que correrme unos pasos hacia adelante.

—Hijo de puta. —murmuro, y puedo escuchar el tono de su risa a través del pasillo cuando sale del departamento.

✨️✨️✨️

Mis manos buscan al mismo tiempo que buscan mis ojos, como si ellas pudieran encontrar el regalo adecuado para Agus. Miro la ropa, pero nada me convence o me llama la atención para llegar a comprarlo. En realidad, ni siquiera sabía cómo se vestía, la última vez que lo vi fue a mitad de año para una conferencia donde tuvo que trabajar mi papá. El que realmente sabía qué comprarle acá, era Enzo, y lo confirmé cuando agarró dos bermudas deportivas.

—¿Te gustan? —me pregunta, mirando la tela que extiende sobre sus manos.

Me acerco y examino lo mismo que él.

• 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐎𝐥𝐝𝐞𝐫 • | 𝙴𝚗𝚣𝚘 𝚅𝚘𝚐𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚌 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora