Judas.

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Marcos 14:10-31
"Entonces Judas Iscariote, uno de los doce discípulos, fue a ver a los principales sacerdotes para llegar a un acuerdo de cómo entregarles a Jesús a traición. Ellos quedaron complacidos cuando oyeron la razón de su visita y le prometieron darle dinero. Entonces él comenzó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús."

Entonces como si fuera un eco de la traición que se relata en los evangelios; al igual que Jesús, jamás pensé que aquel hombre que me besó la mejilla cual beso consideraba de afecto,  terminaría siendo el que traicionara solo por un par de monedas de oro, que solo servirían para comprar pan.
Jugaste con mi confianza, no te importó, no te importó ponerme una cruz y unos clavos que no merecía. No tuve ninguna oportunidad para verlo venir.
Te dije lo que dolía y te encargaste de echarle ácido a mi herida.
Pensé que si te decía dónde me habían herido tú no lo harías.
Fuiste mi Judas Iscariote.
Ya no hubo tiempo para el arrepentimiento, ya estaba muerta, porque quisiste arrepentirte y pedirme perdón ya era muy tarde.
Te encargaste de matar cada una de las cosas que sentía por ti, te encargaste fielmente de asesinarme y solo por beneficio.
Tal vez porque tienes el corazón muy podrido o tal vez no supiste que hacer conmigo y buscaste una forma de deshacerte de mi, cometiendo una amarga traición.
La historia se repite. Judas Iscariote y yo.

Rosas, espinas y sangre. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora