Cadáver

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Bien sabía yo que estaba durmiendo con un cadáver, con alguien que ya no sentía nada por mi, alguien que había matado todo y cada uno de los sentimientos que habían en su alma, por mi.
Los fríos besos, tu cuerpo ya no me calentaba, la ausencia de tu presencia que dolía, dolía cada vez y cada vez más.
Luché, hasta que se me acabaron las fuerzas por permanecer a tu lado.
Pero un día, mientras la noche se tragaba nuestras últimas esperanzas, comprendí que también yo me estaba convirtiendo en un cadáver, en una sombra de lo que alguna vez fui. Me estaba ahogando en el vacío que dejaste, y supe que, para salvar lo poco que quedaba de mí, tenía que abandonar esa tumba que habíamos construido juntos.
Sin embargo, al hacerlo, dejé una parte de mi alma enterrada contigo, en ese lecho frío. Ahora, camino por la vida sintiendo el peso de esa pérdida, una herida invisible que no deja de sangrar, recordándome constantemente que una parte de mí siempre estará encadenada a ese amor que murió. Y así, en cada rincón donde busco consuelo, encuentro solo el eco de tu recuerdo, un susurro persistente que me recuerda que aunque mi cuerpo sigue adelante, mi corazón sigue atrapado en esa noche eterna donde nuestras almas se despidieron.
Te enteré en lo más profundo de mi corazón, para no olvidarte, porque olvidarte, sería olvidarme.

Rosas, espinas y sangre. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora