Arrancarme el corazón no te bastó, sino que tuviste que mostrarmelo aún latiendo. Me robaste mis lágrimas, todas y cada una de ellas, ya no puedo llorar, por mucho que me duela, mis sonrisas, ya no puedo reír, porque me robaste los motivos para hacerlo. Estuviste encargado de dejar en mi, tu marca. Gracias a Dios no hay nadie igual a ti. Debastada, eso estoy por ti, porque te di mis alas para que pudieras volar y cuando pudiste sólo te marchaste y te fuiste, dejándome a mi, desecha. Egoísta, nunca me diste nada más que miseria, nunca me diste tiempo, ni siquiera espacio. Cada palabra que salía de tu boca eran filosas, pero lo que me traspasaba el pecho eran tus acciones. Subías el volumen de tu música de mierda para no escucharme llorar, casi implorandote en el piso que me dejaras de lastimar, no te bastaron las lágrimas corriendo por mi mejilla, ya se habían convertido en sangre. El dolor me consumía, poco a poco, fue como ese día, después de la discusión, me dejaste tirada en esa carretera oscura, a fuera de la civilización, yo sin lugar a dónde ir, me dejaste a la intemperie. Y a pesar de todo, no te odio, me odio a mi, por permitirte tanto.
Me pregunto si alguna vez lo "bueno" que vivimos fue real, si esos borrosos recuerdos que tengo sobre nosotros son reales, espero que no, porque entonces me dolería más saber que no luchaste por lo maravilloso que era todo ello.
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Rosas, espinas y sangre.
PuisiSentimientos y sensaciones, escritos que te transportarán al dolor ajeno, al sufrimiento, tal vez al amor, tal vez a la esperanza. Quédate y leelos para descubrirlos.