Capitulo 15: Parte 2

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PARTE 2

PLEGARIAS

La gente se agolpaba en el estrecho espacio que había, todas hablando distintos idiomas, se veían a turistas y a los marroquíes mezclarse en el mercado del Zoco

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La gente se agolpaba en el estrecho espacio que había, todas hablando distintos idiomas, se veían a turistas y a los marroquíes mezclarse en el mercado del Zoco. Los puestos de venta tenían a sus comerciantes vociferando los productos que ofrecían, telas coloridas, comidas, joyas, vestimentas, entre todas las maravillas que ofrecía el mercado de Marrakech. La zona se encuentra cerca del Palacio de Badi, permitiendo un breve recorrido por la plaza Yamaa el fna, es la principal plaza y el más famoso lugar de la ciudad de Marrakech, solo los pueblerinos entraban a la mezquita de Kutubía, algunos turistas preferían pasar esa mañana en la zona de restoranes y cafés.

La mayoría de las mujeres marroquíes iban vestidas con chilabas o takchitas, estas son túnicas tradicionales; algunas usaban las chilabas, piezas de tela holgadas y con capucha, que cubren desde el cuello hasta el tobillo, se lo llevan encima de la ropa de casa para protegerse de los fuertes vientos del desierto; otras mujeres parecían más refinadas vistiendo las takchitas, la cual es un vestido largo que se usa no solo en casa, sino a diario especialmente cuando asisten a eventos, acompañadas de un hiyab o velo para cubrir su cabello y parte del pecho. Las más jóvenes, llevaban pantalones, incluso vestidos cortos para romper un poco con la tradición del lugar, mientras los hombres pasaban esquivando los cuerpos que quedaban varados en una tienda.

Marruecos se encuentra en segundo lugar, de los países más peligrosos, por debajo de Egipto. A esto se le suman las frecuentes quejas sobre el estado lamentable de las playas públicas del país, especialmente en la costa mediterránea.

La lista de peligros a los que puede verse sometida una mujer que viaja sola por Marruecos abarca el acoso sexual, el comportamiento poco civilizado, la agresividad, el robo con fuerza, los intentos de violación en grupo o los insultos en la lengua natal.

Un hombre se hacía camino empujando a las personas que lo estorbaban, llevaba una tunica negra, característica de los marroquíes y un Niqab, un velo para la cara que solo deja sus ojos llamativos descubiertos. Algunas personas se lo quedaban viendo, otras lo ignoraban, ese hombre caminaba sin importarle lo que sucedía a su alrededor.

Llegó hasta un pasillo más angosto, se adentra en el pasadizo alejándose del bullicio de la gente, el lugar lo guiaba a una parte menos concurrida, quedaba casi cerca del desierto por el camino eterno que se debía realizar, el sol se filtraba entre los cortes de las telas que daban sombra, a medida que avanzaba se encontraba con uno o dos hombres que conversaban, se cubría más el rostro para que no lo vieran mientras pedía permiso para pasar entre ellos.

Cuando visualizó el hueco de una puerta cubierta con una cortina miró para todos lados asegurándose que nadie lo seguía, en el interior habían individuos bebiendo alcohol, mujeres que bailaban alguna música árabe, las camareras iban y venían con las bebidas de los clientes, todas vestían con pocas telas en sus cuerpos, el local era un sitio ilegal que permitía librarse de todas aquellas restricciones que poseía Marruecos. O como lo veía el recién llegado, un lugar en donde se descontrolaba el infierno, escondido de los ojos del mundo, para permitirse hacer la voluntad del hombre en su necesidad de dominar y controlar.

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