Capítulo 11

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Hay historias que se fueron contando de generación en generación, algunas perdieron su estilo, otras cambiaron su dinámica, la mayoría fueron adaptadas para contarlas a los niños borrando sus tristes finales, pero esas historias duraron siglos de ...

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Hay historias que se fueron contando de generación en generación, algunas perdieron su estilo, otras cambiaron su dinámica, la mayoría fueron adaptadas para contarlas a los niños borrando sus tristes finales, pero esas historias duraron siglos de boca en boca de las personas que se las contaban a sus hijos, nietos o sobrinos. No hay niño que no quisiera convertirse en Robin Hood, las niñas desean convertirse en princesa o encontrar a su príncipe azul, otras querían ser caballeros que luchaban con cualquier monstruo salvando a un pueblo completo, o bien solo querían tener algún animal en específico de mascota. Esos relatos se contaban para soñar, liberar la imaginación de cada hombre y mujer que los escuchará, podrían traer reflexiones, moralejas o consejos. Eran escasos aquellas historias que cuentan finales tristes, sus tramas dramáticas consideradas malditas o crueles, para un gran porcentaje de la población eran señalados como "dementes" o "raros" aquellos que se deleitan con sus palabras dulces pero ácidas, los amores oscuros eran denominados enfermizos y tóxicos, la moralidad con la que eran escritas era juzgada por los sabios que tenían más años en esta vida.

Nadie estaba listo para conocer la historia de Francesco...

Nunca sería contada, nunca sería nombrada, porque para Olivia Brown, estaría enterrada en lo más profundo de los archivos de las misiones que llevaban una medalla encima. Lo guardaría en una bodega subterránea de la agencia central internacional, bajo llave, con cadenas.

Esperaron unos días, estuvieron en duelo por la pérdida del agente Luther, por lo que se informó, el golpe en la cabeza fue lo suficientemente grave para entrar en un estado crítico que lo llevó a la muerte. Los demás se quedaron atónitos, sorprendidos, pocos lo recordaban como un gran amigo, la mayoría solo era la pérdida de un colega. Fueron tres días establecidos, para que las emociones no se desbordaran, lo último que necesitaban era enfrentarse entre ellos mismos y matarse entre sí. Olivia los mantenía vigilados a todos, tenía cerca a Beckham, no lo dejaba acercarse a otros, lo interrogó y por el bien del muchacho, todo debía ser verdad, porque algo comenzó a fallar en el sentido de esa misión, algo estaba creciendo como un tumor entre ese equipo de la ACI. La desconfianza estaba siendo la peor enemiga del insomnio de la jefa, volvía a ver aquella sombra oscura al final de los pasillos del hotel, sonreía burlona, la volvía paranoica al aparecer sin cuidado.

"Abran los ojos y estén atentos" fueron las palabras dichas de la psiquiatra.

Esa mañana estaba soleado, las brisas se sentían cálidas en las pieles vivientes, daban alivio a las almas en pena, a la naturaleza le favorecía en esa zona de la carretera. La villa Florentina, alejada de la ciudad de Plasencia, eran un conjunto de casas coloridas, de tonos pasteles, una seguida de otra, ubicadas cerca del mar. Las calles estrechas impedían ingresar con los autos, el problema eran las escalerillas que conectaban los caminos al volverse una fila para una sola persona. El lugar tenía un aspecto alegre, las plantas junto con aquellas flores decoraban los locales atrayendo a los turistas, los niños pasaban jugando al fútbol, nombrando con vehemencia a sus jugadores profesionales favoritos, fingiendo por un momento que eran ellos. Se veía que las niñas ayudaban a sus madres en las compras, en los locales o jugaban con sus muñecas afuera de sus casas.

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