Carmen era una colega, siempre estaba ahí para dar buenos consejos, pero no conocíamos demasiado de ella, de su pasado o su familia. Sabíamos sólo lo que ella nos permitía: nada o casi nada. Para su vida personal era bastante reservada y no quería decir que fuera tímida, todo lo contrario, era una chica súper extrovertida.
-Bueno ¿qué? ¿Vienes o no?-Que sí, pesado, ¿qué mejor que una fiesta? -dije en tono resignado.
-Eres experto en quitarle la gracia a la vida.
Yo prefería una fría en algún bareto, algo más tranquilo, sin tanto barullo y donde no hiciera falta gritar a la hora de comunicarte con los demás. "A diferencia de mi amigo, a quien le encantaban esas fiestas, el ajetreo, la música y que la gran mayoría de personas que acudían, eran chicas.
El hecho de que secretamente estuviera pillado por Carmen no quería decir que no tuviera las puertas abiertas para algún que otro ligue. Para ser sinceros, Carmen pasaba olímpicamente de él, creo que eso era lo que mantenía enganchado a mi amigo. La esperanza de que el "no" se convirtiera en un "sí".La universidad nos cedía un espacio una vez al mes y sólo los de segundo curso se encargaban de organizarlo todo. Era una tradición que los alumnos de segundo año "enseñaran" a los de primero a montar todo para que supieran cómo hacerlo el próximo año. En mi clase contábamos con Manuel, un amante de la fiesta y con Dani, un dj en ciernes que petaba los festejos con su música.
El sitio que nos dejaban era la antigua biblioteca. Ésta era una gran sala, pero quedó bastante pequeña con la ampliación del campus, por lo que la Dirección resolvió dedicar el sitio a las diferentes actividades de ocio del
alumnado. Con ocio quería referirme a las macro fiestas que montábamos los universitarios en la antigua biblioteca. Esto hoy en día estaría totalmente prohibido pero eran otros tiempos cuando yo estudié la carrera.
La "nueva sala de fiestas", estaba bastante alejada de todo y no había cerca ninguna zona residencial. Por lo que era un lugar perfecto fuera de vecinos molestos o policía alertada por el ruido. La acústica de aquella sala era bastante buena así que Dani hacía maravillas en cada fiesta. Preparaba sus sesiones y, aunque no me gustara la aglomeración, debía reconocer que el tipo pinchaba buena música.
La Universidad sólo nos ponía dos requisitos para poder utilizar aquella zona: Debíamos contratar seguridad privada para controlar el aforo y evitar así cualquier problema; y que al día siguiente no quedara ningún resto de la noche anterior. Con el dinero que se recaudaba de las entradas, cubríamos esos gastos y el resto se guardaba para el viaje de fin de carrera. Era una responsabilidad organizar las fiestas cada mes, pero con ellas, el viaje casi se pagaba en su totalidad así que merecía la pena. A aquellas fiestas no sólo iban alumnos del campus sino que la gente invitaba a sus amigos por lo que había noches en las que muchos se quedaban fuera.Ya en casa, me encontré con Carmen que andaba en la cocina preparándose el desayuno.
-Carmen, ¿te veo esta noche? -Pregunté como si fuera normal en ella venirse a la fiesta del campus. Sólo estaba centrada en los estudios y en sacar siempre la mejor nota.
-No te hagas ilusiones, doctorcito- Y dándose la vuelta se alejó dándome la espalda bebiendo de su gran tazón lleno de café.
Noté un poco de ironía en su voz, no sabía cómo tomarme aquella respuesta. Carmen siempre había sido una incógnita para mí, creo que por eso Manuel estaba tan enamorado de ella. Ella es una mujer muy guapa, de pelo corto y alborotado. Se lo cortó nada más terminar el primer año. Dijo que perdía demasiado tiempo peinándose, por lo que decidió cortar por lo sano. Antes de su cambio de look, tenía una larga melena color
cobrizo. Aun así le quedaba genial. Le daba un aspecto más juvenil.
Era una chica de curvas bien definidas, su cara estaba repleta de pequeñas pecas rodeando su nariz y parte de sus mofletes. Blandos y achuchables. Siempre los pellizcaba como si fuera una abuela. Cogía sus cachetes entre mis dedos para hacerla rabiar. Era un juego entre ambos que a Manuel lo ponía de los nervios. No sé a quién de los dos molestaba más, si a ella por irse con los cachetes colorados o a él por no poder ser quien los apretara.
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El perdón llega de tus manos
RomanceCuando el amor aparece por la puerta de tu trabajo tras unos ojos que parecen devorarte, no te queda más remedio que jadear de deseo. Ela lleva demasiado tiempo escapando de Cupido y Mateo ni se plantea una relación hasta que la conoce. Le trasmite...