-La cena-le recordé.
-La cena-Repitió mirándome directo a los labios y rozándolos a la vez con su dedo índice.Mi mente estaba colapsada, era como un ordenador averiado. Por mucho que intentara encenderlo, no era capaz de reiniciarse y volver a funcionar. Así andaban mi cabeza y mi cuerpo, desprovistos de fuerzas para seguir la noche. Tuve que poner todo mi empeño por volver al mundo real, ese, alejado de su boca y de sus manos pegadas a mi cintura. Si quería seguir con la velada con toda la ropa puesta, rezaba porque él también quisiera lo mismo. De lo contario acabaría comprobando si su cama era o no cómoda. Había subido al cielo para luego bajarme sin previo aviso a la tierra. Estaba casi sin respiración, el pulso se me había acelerado y, más que los besos, el hecho de que quisiera conocerme mucho más y disfrutar de mí sin la necesidad de llevarme a la cama. No hizo falta que pronunciara esas palabras, sus actos hablaban por sí solos. No estaba acostumbrada a ese comportamiento. Por suerte o por desgracia la vida me había puesto por delante a muchos tipos de capullos y en este caso él, no era uno de ellos.
La noche se me pasó volando. Me contó un poco, cómo fue su infancia en República Dominicana. No profundizó demasiado en el tema, se le veía incomodo contando ciertas partes de su infancia. Su padre no era algo de lo que le gustara hablar, eso me quedó claro. Habló de sus hermanos y de su madre, de cómo esa mujer logró sacar adelante a su familia y conseguir que él pudiera estudiar la primaría y el bachillerato. Su madre no quería que su hijo se conformara con trabajar en algún oficio que pudiera darle tan solo para sobrevivir allí en la isla. Ella le repetía cada noche que podría ser todo lo que él quisiera imaginarse. Una noche, después de leerle un cuento tras llegar agotada de su trabajo le preguntó: De mayor ¿qué te gustaría ser Mateo? Y el no tuvo dudas en la respuesta: Doctor. Descubrí que los pequeños que salían junto a él en la foto que había en su dormitorio, eran sus hermanos pequeños. Elena, la pequeña y Mario, el mediano. Éstos eran hermanos por parte de madre pero, el padre de sus hermanos, Wilson, lo había criado también a él.
En la última visita a su tierra, conoció a sus sobrinos recién nacidos. Su hermana había dado a luz hacía ya dos meses a gemelos. Al pequeño le había puesto el nombre de su hermano, Mateo. El nombre de la pequeñina era Sofía, era en honor a su abuela materna. Se le iluminaban los ojos al hablar de sus sobrinos pero, sobre todo, de su madre. Era palpable, cuanto quería a esa mujer y la pena que le daba no poder tenerla cerca o al menos más cerca para poder ir a verla más a menudo.Allí, en aquel sofá, pasamos horas que se hicieron minutos. Qué realidad es eso que dicen, de que el tiempo pasa demasiado rápido cuando estás tan a gusto.
La noche acabó con un beso largo de despedida en la puerta, quiso acompañarme hasta casa pero me negué en redondo, necesitaba aire fresco para despejar y aclarar todas las ideas. Él, que al principio se opuso, no tuvo más opción que resignarse al ver mi negativa. Cuando salí del bloque decidí dar un paseo hasta la parada de taxis, no quedaba lejos de la casa de Mateo. Una vez en el coche, dejando la ventanilla abierta, el aire azotaba mi piel, dejándola fría y erizada. Esa sensación me resultaba agradable, me despejaba la cabeza y las ideas. Una sonrisa se dibujaba en mi cara de oreja a oreja. Era tan obvio que algo había cambiado en mí que, si llegaba a casa con la misma cara de pazguata que tenía en aquel momento, mis padres no tardarían mucho en preguntar a qué se debía aquel cambio. Yo eso de mentir, no lo llevaba bien. Mi cara reflejaba demasiado lo que pensaba y si me preguntaban: ¿por qué esa sonrisa? No sabría cómo disimular y evadir la pregunta. Esperaba que ya estuvieran acostados, y que, a la mañana siguiente, la sensación de las mariposas revoloteando por mi estómago no sería tan intensa y podría fingir ser la misma persona que era hasta antes de llamar a ese 5B.------------------------------
MATEO
Tantos años y aún no consigo olvidarte. Aún me culpo por dejarte ir aquella mañana. Salir a la calle, correr para despejar y vaciar tu mente, el aire frío en la cara, esquivar a los peatones, la música al máximo sin dejarte pensar más allá de la letra......
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El perdón llega de tus manos
Storie d'amoreCuando el amor aparece por la puerta de tu trabajo tras unos ojos que parecen devorarte, no te queda más remedio que jadear de deseo. Ela lleva demasiado tiempo escapando de Cupido y Mateo ni se plantea una relación hasta que la conoce. Le trasmite...