Ya de vuelta, en el mismo autobús donde había rememorado algunos de los mejores momentos que había vivido con Carlos, era testigo del vacío que sentía, un vacío de esos que sabes que será difícil de llenar. Cuando se terminan los capítulos de tu serie favorita o de ese libro, el cual deseas a la par acabar de leer y a la vez que no se acabe nunca. Jamás es suficiente en una historia de amor, siempre se quiere más,quieres saber cómo siguen sus vidas, si se casaron,si tuvieron hijos. Pero eso ya es autor se lo deja a tu imaginación.
Así me encontraba yo, sentada de nuevo en aquel autobús camino a una vida rota. Vacía en cierto sentido y sin esas ganas reales de volver a llenarla, con ese miedo constante a sentir ese dolor de nuevo.
El paisaje se me tornaba triste y aburrido, nada que ver con el de la ida, cuando sonaba con un encuentro con Carlos, nada parecido al que viví cuando llegué a su tierra.
Qué mejor que la música para no escuchar mis propios pensamientos, así al menos, por un rato, quedarían ahogados por la melodía puesta a todo volumen. Me puse los cascos y me perdí mientras escuchaba la banda sonora de una relación que acaba de irse a la mierda. La mía.
Casi sin darme cuenta fui cayendo en las redes del sueño, pero la congoja que traía por dentro hizo que pronto saliera del sopor en el que me encontraba. Las lágrimas habían invadido mis mejillas. El llanto, aún estando dormida, me había hecho despertar con un fuerte dolor interior. Los ojos me escocían de tanto secar mi piel.
No podía dejar que la tristeza se apoderará de mi, Carlos había salido por completo de mi vida y no por ello, aquel sentimiento de dolor iba a dominarme.
Aquella noche una parte de mí murió, la ingenuidad dejó paso al recelo y este a la desconfianza hacia los hombres.
Desde ese día no volví a saber nada más de él, al menos si me quiso un poco, hizo bien en no correr tras de mí o tal vez, por eso de que nunca me quiso no salió a detenerme. Una parte de mí agradecía que no se hubiera puesto en contacto conmigo, pero a la misma vez pensaba en lo cobarde que era. Ni lo intentó, se rindió. Yo estaba enfadada, dolida pero ¿quién sabe? Si él lo hubiera intentado, si hubiera venido por mí, quizás lo hubiera perdonado. Pero no lo hizo, por lo que agradecí su cobardía ya que mi estupidez hubiera echo de las suyas.
![](https://img.wattpad.com/cover/351206064-288-k418480.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El perdón llega de tus manos
Storie d'amoreCuando el amor aparece por la puerta de tu trabajo tras unos ojos que parecen devorarte, no te queda más remedio que jadear de deseo. Ela lleva demasiado tiempo escapando de Cupido y Mateo ni se plantea una relación hasta que la conoce. Le trasmite...