Rabia

7 2 0
                                    

Y así ha sido desde entonces. Los tres estamos muy unidos, a pesar de que la distancia nos separe. Tuve una infancia feliz, sin muchos lujos pero con una familia unida. Iba a la escuela del pueblo de al lado. Cada mañana andaba los cinco kilómetros que separaban la escuela de mi casa junto a mis hermanos.
Mi madre enviudó demasiado joven. Con cuarenta años volvió a quedarse con el corazón deshecho por la pérdida de un hombre.
Cada día Wilson, iba con su pequeña embarcación junto con su compañero de faena a pescar para luego poder ir al mercado a vender todo el producto. Era un gran pescador y se conocía la mar como nadie. Una mañana como otra cualquiera, salieron al alba". Solía besarnos en la frente antes de irse, nunca nos despertaba. Aquel beso sería el último que mi padre nos daría. Un infarto hizo que se desplomara sobre el suelo de madera de aquel bote que tantos años lo había visto luchar contra peces enormes, en una encarnizada batalla por la supervivencia. Su compañero y amigo de fatigas, sin poder hacer nada para impedirlo, lo vio apagarse en un día de primavera, con un sol cálido que le dio el calor que la vida le arrebataba. Fue un duro golpe para la familia. Era un hombre bueno que amaba a su esposa y a sus hijos. Estaba realmente enamorado de mi madre y ella consiguió sentir por él un profundo y verdadero amor. El sustento de la familia volvía a recaer sobre los hombros de mi madre. Esta vez tenía tres hijos y de nuevo estaba sola al frente de la familia. Yo tenía nueve años, Mario siete y Elena seis. Mis vecinos nos ayudaban con lo poco que tenían. Endry me enseñó todos los trucos a la hora de cuidar el huerto. Él ya era demasiado viejito para andar agachado entre tomateras y cebollas. Mi hermano y yo, a pesar de nuestra corta edad, lo ayudábamos a recolectar las verduras y al mantenimiento de aquel pequeño terreno que era un gran sustento para las dos casas.


Un día al llegar de la escuela, Dorothy me entregó un sobre que habían dejado a mi nombre. En cuanto lo vi, supe quién era el remitente de ésta. De nuevo aquella caligrafía que tanto había aborrecido. Cogí la carta dándole un beso en la mejilla a la abuelita y la dejé sobre el aparador de la cocina de mi choza. En la cena, mi madre me invitó a abrirla. Si lo hice, pero desde luego que no fue por mi. No tenía ninguna curiosidad por lo que allí había escrito. Sabía que ella anhelaba noticias sobre él desde hacía muchos años. Hay heridas que se mantienen abiertas demasiado tiempo.

Queridos Cecilia y Mateo:

Son demasiados años los que han pasado desde mi última carta. No sé siquiera si llegaréis a leer ésta. Sé que no me lo merezco después del tiempo que he estado ausente. Al contrario de lo que podáis pensar, nunca os he olvidado. Mis actos no coinciden con estas palabras, lo se, pero en mi corazón siempre estabais presentes. He sido un hombre egoísta y ambicioso. Eso me llevó a dejaros a un lado de mi camino por llegar a convertirme en un hombre rico y poderoso. Apelo a vuestros corazones para pediros que consideréis la posibilidad de reencontrarnos. En una semana volveré a la isla y estaré un tiempo en ella. Me alojaré en la hacienda de la plantación dónde te conocí, Cecilia. Os ruego consideréis un encuentro.

Un saludo, Philips.

Me negaba a quedar con aquel hombre, pero, lo que en realidad temía era que mi madre pudiera encontrarse con él en la hacienda y me horrorizaba la idea de que volviera a surgir algo entre ellos. La semana pasó rápido y la fecha en la que Philips llegaba a la isla había llegado. Mientras cenábamos los cuatro en la cocina, unos golpes en la puerta principal de madera sonaron. Miré a mi madre buscando en su rostro alguna pista de la identidad de la persona que a esas horas irrumpía en la entrada de mi casa.

-Mamita, ¿sabes quién está llamando? -dije malhumorado.

- Mario, Elena, iros a la cama. Es tarde y mañana tenéis escuela. Salieron de la cocina en dirección a sus cuartos con cara de no saber qué estaba pasando.

El perdón llega de tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora