El tiempo se para...

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Decidí que quedáramos en el nuevo café bar Antaria, era un sitio con un estilo neutro, limpio, de líneas rectas y todo en color blanco.
Muebles, paredes y suelos incluidos., tenía varias terrazas y diferentes zonas, una acristalada en la parte superior que era donde se encontraba la barra de bebidas largas que en verano se encargaba de elaborar los cócteles a vista del cliente,ñ.
En la terraza contigua había mesas altas y algunos sillones con un estilo más chill out.
Me gustaba aquel sitio, en su terraza más alta se podía ver bien toda la explanada del parque que tenía a un lado del bar, era un terreno lleno de árboles con una portada principal de ladrillo visto color rojizo.

Decidí llegar un poco tarde, no le haría mal esperarme, contando con que el llegara a la hora acordada.
Ya el tiempo era mucho más caluroso, se estaba bien en la terraza bañada por el sol y apetecía tomar algo al aire libre.
Subí las escaleras y allí estaba él, con su camisa celeste de lino y sus pantalones color crema. No sé si por coincidencia o no pero nunca lo había visto con un vaquero jamás lo vi vestido de forma informal.
Yo había elegido un vestido blanco de tirantas cruzadas en la espalda y escote en pico.
Al tener poco pecho me sentaban bien ese tipo de escotes, me sentía guapa, decidida y con fuerzas de enfrentarme a él.
Elegí ponerme mis convers blancas, con ellas no hay quien pudiera conmigo.

En mi armario casi el 90 por ciento de la ropa son pantalones vaqueros, y algún que otro vestido para cuando el calor aprieta o cuando quiero arreglarme un poco más.
El sol ya estaba bajo y las vistas eran realmente preciosas, a un lado el parque, al otro una avenida llena de vida con gente haciendo footing, abuelos paseando, niños corriendo y gente patinando.
Antes de ir a saludarlo me paré en la entrada y lo vi allí, sentado con aquel gesto de preocupación y con aquellos ojos llenos de tristeza.
Cuando miras a la gente sin ser visto puedes observar actitudes que no siempre dejan ver delante de todos, en este caso él, se mordía el labio inferior a la vez que lo agarraba con sus dedos, era un claro síntoma de nerviosismo.
Viéndolo así recordé el tacto de sus labios, suaves y tersos que besaban los míos con un toque de dulzura y desesperación como un niño perdido que se aferra al calor del amor.
Aquella noche que nos besamos, noté angustia en su arranque de pasión, era complicado de explicar. Notaba como una lucha interna consigo mismo por querer seguir dejándose llevar por el momento pero a la vez había algo que no le dejaba disfrutar de aquel instante por completo.
Acercándome le dije.

- Hola doctorcito - dije intentando poner un toque de humor al ambiente - cuando me miró, su cara se tornó pálida a pesar de tener una Tez color chocolate claro.

- ¿Estás bien?, te has puesto pálido.

- Sí, estoy bien es sólo que me ha venido a la memoria algo.
<<Por un momento creí verla, cuando me llamó así y la miré con esa sonrisa en la boca, ese vestido... evoqué aquellos días, por un momento volví a un pasado doloroso, era justo ésto lo que no quería que ocurriera estando con ella>>

- Mmm está bien-dije poco convencida. Hace mucho calor y eso no ayuda mucho así que vamos a mirar la carta y pedimos algún cóctel. Aquí los hacen muy ricos, necesitas azúcar en sangre para recuperar el color de nuevo.

- Está bien, te dejo elegir por mí, ésta vez me fiaré de ti.

- Eso me gusta, ahora vengo, pero ya no puedes arrepentirte en, sea lo que sea vas a tener que poner buena cara en caso de no gustarte. - Dije dándole la espalda camino a la barra.
-Ya estoy aquí, toma tu Copa con sombrillita incluida, para que pienses qué estamos en una de tus playas. Sólo que las vistas no serán iguales.

-Son aún mejores -dijo como para sí-
Ese día llevaba colorete pero con ese comentario creo que toda mi cara tomó un color rojizo.
Eran ese tipo de comentarios los que me dejaban desarmada, tenía que tomar el control y no dejarme engatusar.

El perdón llega de tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora