⩩ I. Princesa olvidadiza

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El abultado vestido blanco que llevo dificulta mis intentos por respirar correctamente

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El abultado vestido blanco que llevo dificulta mis intentos por respirar correctamente. Observo con cuidado mi alrededor y noto al hombre de ojos azules que me trajo aquí.

Más atrás hay un hombre que es notoriamente más pequeño que mi acompañante. No puedo ver bien su rostro, pero envidio sus gafas porque está tan soleado que por momentos lastima mis ojos. Tanto que quemaría mi piel si no fuera por la gran sombrilla que cubre el pequeño terreno donde estamos.

Frente a nosotros hay un hombre visualmente cansado, quizá por su edad. Sostiene un libro y miro sus labios moverse al leer pero su voz se escucha tan lejana para mí. O así fue hasta que sentí la fría mano del rubio posarse en mi pierna.

— Querida..—Su voz ronca me exaltó por un breve momento —Debes decir "sí".

Paseé la mirada por las tres personas en el lugar, que esperaban mi respuesta. Sé lo que debía hacer, pero estoy confundida.

— Acepto. — Formulé en mi desasosiego.

Su nombre es "König", lo sé. Lo supe cuando lo mencionó en el hospital.

Aun queda rastro del punzante dolor de cabeza que sentía hace poco menos de 12 horas. Estaba aturdida, no reconocía al hombre frente a mí pero él me miraba como si supiera que despertaría en el lapso.

Me intimidó sentir su penetrante mirada a través de aquel trapo que traía en la cabeza. Sus ojos se achinaron por un momento cuando se acercó.

Reaccioné abruptamente e intenté ponerme de pie para localizarme, pero él fue más rápido al mantenerme en la camilla.

— Nein, no debes levantarte. Tuviste una contusión, yo te traje aquí. — Su marcado acento llamó mi atención.

— ¿Quién eres? ¿Qué hago aquí? — Empezaron mis desesperadas interrogantes. Me sentía extraña, como si mi cuerpo entero me gritara que no debía estar allí.

— Soy tu prometido, König. Tuviste un accidente por un descuido mío así que te traje aquí — La tranquilidad con la que explicaba me puso los pelos de punta — El doctor dijo que era posible que perdieses la memoria así que me preparé para mantenerte en calma.

Deslizó una fotografía por mi costado. Logré verme allí al lado de un tipo rubio, sus ojos azules me hicieron reconocerlo. ¿Por qué traía el pasamontañas ahora?

¿Mi prometido? Es una locura. Sentía que mi mente daba vueltas. ¿Qué debía decirle?

— Debemos irnos ahora — Me sacó de mis pensamientos. — Te responderé todo cuando lleguemos a casa.

— ¿Mi casa?

— Nuestra casa, por supuesto.

No quise quejarme, así que solo lo seguí. Al salir del área hospitalaria logré ver algunas personas uniformadas, puertas, camino arenoso. Esto no es un hospital.

— ¿Dónde estamos? — Pregunté confundida

— En mi base, era el lugar más cercano para traerte. — Respondió sin dejar de caminar, me costaba seguirlo.

Subí a su camioneta, a su par. El camino fue silencioso. No estaba cómoda y sé que lo notó, pero no me dijo nada.

Nos detuvimos en una gran casa, él no tardó en abrir la puerta. Se adentró fluidamente mientras paseaba la vista por las vacías paredes blancas. Las repisas estaban adornadas con pequeñas plantas. En la sala destacaba el gran sillón negro con algunos cojines, posicionado frente a una pequeña y bajita mesa, nada más.

Lo ví regresar, ahora sin su pasamontañas. Tomó lugar en el sillón, haciendo un espacio para mí. Entendí que debía sentarme pero dudé.

— Siéntate ___.

Como si mi cuerpo fuera apretado con cadenas, obedecí de inmediato. Bajé la cabeza. Mojé mis labios intentando formular alguna palabra.

— ¿Qué fue lo que me pasó?

— A un imbécil parece que le regalaron la licencia de conducir, tú ibas con él. Afortunadamente no te pasó nada.

— ¿Cuando podré recuperar la memoria?

— No lo harás.

— ¿Qué quieres decir con eso? ¿No es probable? ¿Nadie vendrá a verme?

— Nadie vendrá, cuando te conocí ya estabas sola.

— ¿Qué hacíamos en una base?

— Tenías varios días inconsciente. Te llevé ahí porque así podía mantenerte vigilada, es donde trabajo.

— ¿Eres militar?

— Lo soy.

— ¿Cómo es que nos conocimos? ¿Quién era la persona con quién iba cuando pasó el accidente? ¿Qué le pasó a mis padres? ¿Cómo se supone que es nuestra relación?

— Preguntas demasiado.

— Pero no has contestado casi ninguna pregunta.

Me ignoró, se puso de pie y escuché su voz otra vez.

— Necesito que nos casemos mañana, prepararé tu vestido esta noche.

— ¿Mañana? ¿No sería mejor esperar que me recupere? Explícame las cosas, esto es una locura.

— Estarás suficientemente recuperada mañana. Estaré ocupado después, mañana será.

Fui sacada de mis recuerdos por el señor que concretó nuestra unión.

No hubo beso.

No hubo celebración.

Uní mi vida a un hombre que no conozco, o más bien, que no recuerdo.

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Trapped | KönigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora