Trapped | König

⩩ XXI. No desaparezcas

— Linda, termina todo por favor.

No tengo ganas de comer, pero al escuchar la petición de Simon decido hacer caso para sentirme menos culpable.

Sabiendo que yo soy la responsable de que esté en esta situación conmigo. Obligando a mi cuerpo a no devolver los alimentos.

— No estés tan triste, le hace mal al bebé.

Me siento peor al saber que le he hecho daño a todos y ahora también a la criatura dentro de mí que no tiene la culpa. Y sé que no lo dijo con mala intención, pero no hace falta, yo sé que es cierto.

No soy buena ni siquiera para mantener a alguien con vida dentro de mí.

— Volveré pronto, prométeme que vas a cuidarte. — Él apretó mis hombros y luego puso su máscara. — Si me llamas buscaré la ruta más cercana para venir a verte.

Asentí. No quería preocuparlo, ya tenía suficiente por tener que hacerse cargo de mí.

Escuché como salió, creo que ahora que estoy sola debo pensar en lo que ha pasado hasta ahora.

Siento como me debora el paso de las horas, velozmente.

Llegando a las mismas conclusiones durante estos días, me siento en un bucle donde mi torturador soy yo misma.

Me siento aplastada, el peso de los recuerdos es demasiado para mí, necesito disculparme con König por abandonarlo y con Simon por lastimarlo tanto.

No tengo derecho a decir que puedo amar, porque esto no es amor. No el que König merece, no el que Simon necesita.

Soy una mala persona.

El sonido estático del silencio empieza a aturdirme. Hay tanta variación en la temperatura que empiezo a hiperventilarme. Siento que el aire lucha por abandonar mis pulmones.

El sonido brusco del forcejeo de la puerta y golpes secos hace que me acomode en mi lugar, temblando. Una mujer se encuentra de pie en la puerta.

Es mi madre.

— Cariño, me alivia tanto que no estés muerta. — Ella se acerca, no puedo retroceder. — Sabía que si daba con ese hombre te encontraría. Mírate, estás hermosa.

Con una sonrisa amplia pasaba sus largos dedos por mis labios resecos, mis ojeras y mi rostro pálido. Tomó mi mentón alzando mi cabeza.

— Vine a buscarte, fue un error dejarte ir con ese, vaya que me las puso difícil.

— Mamá...

— Oh, querida. Veo en tus ojos cuánto me extrañaste, la has pasado mal sin tu madre. — Ella forzó un puchero, abrazándome.

No quiero que me toque, pero ya no puedo protestar, no lo merezco.

— Has hecho tantas travesuras, pero mami te ayudará. Levántate.