⩩ XXXI. Baraja

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Si hubiéramos viajado al pasado, este hombre haría que mi piel se me erice

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Si hubiéramos viajado al pasado, este hombre haría que mi piel se me erice. Jamás podría olvidar sus ojos.

¿Vienes a terminar lo que empezaste?

Te estoy viendo ahora.

— No deberías sonreír así, niña. No tienes idea de lo furioso que estoy por todas las quejas que me han dado de ti.

Las hataduras de mis muñecas me impedían moverme, pero aún así me acomodé lo mejor que pude, invitándolo a acercarse a mí.

— ¿Es malo querer un poco de diversión? Estoy un poco cansada de este juego de roles donde soy la víctima.

Su gran cuerpo se posiciona en la cama, casi sobre mí. Aprieta mis muslos casi haciéndome chillar.

— _________, pequeña mariquita tonta, me estás obligando a hacer cosas que no quiero hacer. Has vivido una vida de libertinaje al querer escaparte del lugar donde perteneces.

— Oh, señor ¿A qué le teme? ¿Que yo pueda hablar o que se le marche una de sus muñequitas y deba buscarme un reemplazo?

— No te atreverías a hablar. — Desliza sus dedos hasta mi ombligo. — Porque si lo hicieras te mataría antes de que puedan encontrarme.

— Pero no se atrevería a hacerlo ¿Cierto? Porque hundiría todo lo que ha mantenido a flote. No le combiene que esté muerta ¿No?

Se movió bruscamente hasta que sus manos terminaron apretando mi cuello, pero no bajaré la mirada, ahora tú y yo estamos en el mismo espacio.

— Estás creando un mundo en tu cabeza que no existe, muñeca. Y si sigues hablando estupideces puedes cavar tu propia tumba.

— Me encantaría que nos sepulten juntos entonces.

Sentí como se acercaba, su aliento en mi oreja me hizo temblar, sus dientes presionandose en mi piel y mordí mis labios, conteniendo las ganas de empujarlo. Pero en su lugar eché su cuerpo hacia atrás con uno de mis pies.

— ¿Qué crees que haces? ¿Sabes por qué he venido?

— Preferiría ahorrarme la duda, no debe tocar mi cuerpo por ahora.

— ¿Ah no? ¿Y qué poder tienes para decidirlo?

— Ninguno, no soy nadie. — Sonreí. — Pero si me toma por la fuerza ya no sería divertido ¿Verdad?

Escuché su risa ronca y mis ojos lo siguieron mientras se levantaba.

— Muy bien, pequeño caramelo. Quiero guardarte para comerte más tarde así que se buena. Yo me encargaré del resto.

Cuando salió de la habitación pude ver la histeria y alivio de mi madre en el pequeño momento que la puerta estuvo abierta.

Así que se encargará él. Muy bien.

Trapped | KönigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora