⩩ XLIII. Meine Liebe

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— No, no te levantes preciosa, te puedes lastimar

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— No, no te levantes preciosa, te puedes lastimar. — Se quitó el pasamontañas para mostrarse ante ella.

— Perdóname.

L.. Liebe, no llores, no. — La acunó en sus brazos, acariciando su cabello para que no viera que él también estaba llorando.

— Tengo tantas cosas que decirte, por las que disculparme. Quería verte, necesitaba verte.

— No tienes que disculparte conmigo, estuve buscándote todo este tiempo. — Acuna el rostro de aquella mujer entre sus manos, secando sus lágrimas con los dedos. — ¿Qué te hicieron? ¿Alguien te tocó? Tienes que decirme Liebling, dime quien fue e iré por él.

Ella negó con rapidez, apretando las manos del coronel para que no la soltara.

— Nadie, nadie pudo después de ti, nadie más. Nadie me ensució König.

— ¿Tú enviaste tu colgante Meine Liebe? Lo enviaste con Xian para que yo lo viera ¿Verdad? Eres tan lista.

— Yo... Pensé que tal vez así podrías encontrarme. Estuve resistiendo y tuve que hacer cosas malas.

— No hiciste nada malo, solo te defendiste. Lo hiciste por ti y por nuestro bebé.

— ¿B... Bebé? ¿Lo sabías?

König le sonrió, y en respuesta tocó su vientre con ambas manos.

— Eres una mujer muy fuerte.

— ¿Donde está Xian? ¿Lo arrestaron? Él me disparó... ¿Perdí a mi bebé?

— Tú lo venciste, si no hubieras hecho eso tardaríamos más tiempo en encontrarte. Resististe y nuestro pequeño también, ambos lucharon por sobrevivir.

Ella cerró los ojos con un suspiro.

— Tengo miedo de que esto sea un sueño mío.

König tomó su mano, poniéndola en su propio pecho.

— Siente mi corazón, schatz. Siente como late por ti y juzga tú misma si estás soñando o no.

Cómo adoraba que sus latidos correspondieran a los de él, cómo si sus corazones saben a quien pertenecen y se unificaran para latir al unísono.

— Quisiera besarte, pero prefiero hacerlo cuando podamos salir de aquí, tú y yo. Cuando nuestro próximo destino sea casa y pueda cargarte sin ningún miedo.

— Te amo.

— También guarda esas palabras, quiero que me las digas cuando pueda concentrarme en transmitirte lo que siento.

König no se separó de ella ni un momento, y aunque los de afuera también querían saludarla entendían que después de tanto tiempo ambos merecían privacidad.

Trapped | KönigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora