ABRIL
Aquella noche no me puse tacones de aguja. Llevaba unos zapatos altos con tiras que eran igual de inclinados que los que solía ponerme, y un vestido ajustado que era tan ceñido que apenas me permitía respirar. Era de Valentino, así que la respiración no podría importarme menos.
Ir a la moda era más importante.
Isa y Pilar estaban sentadas a mi lado en el reservado circular, las dos con vestidos con corte por encima de la rodilla. Llevaban zapatos de tacón, pero estaban tan acostumbradas a usarlos todos los días en el trabajo que se los ponían sin dudar.
― ¿Qué tal va el desfile? ―le pregunté a Pilar, que trabajaba de modelo para una de las marcas más importantes del mundo. De hecho, ella misma era toda una marca.
―Genial y de pena ―dijo―. Esta semana no puedo comer. De ahí que tome agua. ―Hizo un gesto con la cabeza hacia el vaso con agua y hielo que había en la mesa―. Si alguien vuelve a preguntarme si estoy embarazada...
Yo no es que comiera mucho, así que siempre había sido más bien delgada, pero Pilar era todo cuerpo y nada de grasa. Yo no podía renunciar a los lujos que me permitía sólo para tener un físico perfecto. A mí me bastaba con estar como estaba.
― ¿El limón te lo puedes comer? ―bromeé.
―Es mi plato principal ―dijo Pilar con sarcasmo.
― ¿Va a venir Thorn esta noche? ―preguntó Isa.
―No, tiene planes. ―Manteníamos el contacto a diario, pero no nos veíamos a todas horas. Los dos teníamos nuestras propias vidas.
―Diablos ―dijo―. Su amigo Bryan está bueno.
―Puedo hacer que le llegue el mensaje si quieres. ―Isa era tan guapa que dolía mirarla. Había visto a una docena de hombres mirar hacia nosotras con los ojos clavados en ella. La modelo era Pilar, pero Isa podría desfilar en pasarelas si quisiera.
―No ―se apresuró a decir―. Siempre puedo llamar a Thorn si decido ir en serio. Yo prefería pasar el tiempo con mujeres ambiciosas que tenían claros sus objetivos. Si les interesaba un tío, le pedían salir. Si querían un ascenso, lo pedían. Isa había fundado su propia empresa digital y la había convertido en una industria millonaria. En lugar de fundirse los beneficios, había reinvertido en otras cosas, y ahora era una importante empresaria que tenía todo el derecho a ser quisquillosa con respecto a los hombres.
― ¿Y tú qué te cuentas? ―preguntó―. ¿Qué tal fue la conferencia?
Pilar dio un sorbo al agua antes de apartarse el pelo del hombro. Estaba sentada erguida, con los hombros hacia atrás y pendientes de diamante en las orejas.
―Bien, pero hubo algunos periodistas imbéciles.
―Siempre los hay. ―Isa puso los ojos en blanco.
―Me preguntaron que cuándo iba a formar una familia ―continué―. ¿Acaso le habrían hecho esa pregunta a Samantha Rivera?
Soltó una carcajada.
―Esa se tira a una tía distinta cada noche y a la sociedad le importa una mierda.
―Y luego otro me preguntó que qué se sentía al ser la mujer más rica del mundo. ―Las preguntas siempre me ponían de los nervios, pero no tenía permitido manifestar mi enfado. Si rebatía, parecía estar a la defensiva. Si decía que eran preguntas sexistas, sólo lograba parecer débil―. Como si el hecho de ser mujer lo hiciera especialmente impresionante...
―Los hombres son unos cerdos ―dijo Isa―. Si no los necesitara para el sexo, me olvidaría de todos.
―Yo también ―dijo Pilar.