RIVERA
ABRIL GARZA.
Toda una obra de arte.
Era obstinada, implacable y un auténtico dolor de muelas.
Me había acostado con muchas mujeres en aquella maravillosa ciudad, pero nunca me había tirado a nadie como me tiraba a Abril Garza.
Y estaba segura de que ella tampoco.
Se había deshecho de mí con facilidad, me había eliminado de su vida como si fuera una sudadera que ya no quisiera. No quería salir con aquella mujer ni crear ningún vínculo con ella, pero tampoco quería poner fin al mejor sexo del que había disfrutado en mi vida.
Y también era el mejor sexo del que había disfrutado ella.
Era una corazonada.
Pero me había rechazado de todas formas.
Intenté pensar en mi próximo movimiento, pero no estaba segura de cómo proceder. Cada uno de mis intentos se veía bloqueado por su crueldad. La última vez que había tenido éxito, estábamos en un rincón oscuro y tenía la erección apretada contra aquel clítoris palpitante. Haber entrado en acción en su despacho, donde había puertas de cristal que permitían a todo el mundo ver lo que hacíamos, probablemente no era la mejor idea.
Teniendo en cuenta que ella era tan reservada con respecto a su vida sexual.
Ni siquiera quería contarme si se estaba tirando a Thorn Cutler.
Aquel maldito cabrón.
Pine entró por las puertas de mi oficina, ignorando a mis ayudantes porque creía tener derecho a ir y venir como le placía.
―No tienes planes para el sábado por la noche, ¿verdad?
―Depende. ―Me pasé las yemas de los dedos por la mandíbula.
―Pues ahora sí. Vamos a tomar tu yate para ir a dar una vuelta.
― ¿Mi yate? ―Levanté una ceja, constantemente sorprendida de que mi mejor amigo exigiera lo que le daba la gana―. ¿Acaso te parezco Santa Claus?
―No te estoy pidiendo que me lo regales. Y estás invitada.
―Vaya, qué suerte la mía.
―Conocí a una chica la otra noche y va a venir.
―Yo no hago tríos.
Pine se dejó caer en la silla que había frente a mi escritorio, ocupando todo el espacio posible y acomodándose como si estuviera en su casa.
―Sí que los haces.
―Con tíos, no.
―Bueno, de todas formas va a traer a algunas amigas. Dime que te apuntas.
Por lo normal me habría abalanzado sobre aquella oportunidad de pasar el día navegando en el Atlántico con mujeres preciosas a bordo. Pero en ese momento, sólo tenía ojos para una increíble morena que tenía un trasero al que no quería renunciar.
―No me interesa.
―Tienes que estar de broma. ¿Qué problema tienes?
―Ninguno, simplemente no quiero ir.
―¿Porque sigues obsesionada con Garza? ―preguntó con incredulidad―. No quiere chupártela. Supéralo.
Muy al contrario, estaba segura de que sí quería.
―No se trata de ella.
―Pues claro que sí. ¿Cuántos años hace que soy tu amigo? Sé cuándo quieres follarte a una tía. Pero en este caso no vas a salirte con la tuya.