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Anclé el yate a unos kilómetros de la costa, desde donde disfrutábamos de una maravillosa vista de los rascacielos de la ciudad. No había más barcos cerca, sólo estábamos nosotros en aquel azul interminable. Yo era la capitana de aquel viaje, porque me negaba a permitir que los chicos tocaran mi yate.

Era toda mía.

Nos sentamos juntos en la parte trasera del barco, cómodos en los cojines blandos junto a una mesa llena de aperitivos que había preparado mi tripulación.

Pine rodeaba a Isa con un brazo, y estaba tan absorto en ella que no parecía darse cuenta de que allí había más personas. Mike le dio una uva a Pilar, dejando caer la fruta en su boca.

Sin duda alguna acabarían en la cama.

Garza y yo nos sentamos juntas y bebimos vino. Pine abrió una botella y llenó todas las copas. Al ver que ella no ponía reparos y bebía igual de rápido que yo, me di cuenta de que también le gustaban otras bebidas alcohólicas, además del bourbon.

―La famosa Abril Garza ―dijo Pine mientras la miraba―. Me alegro de que hayas venido. Rivera no para de hablar de ti.

Garza no reaccionó, limitándose a dar sorbos al vino.

No pude fulminarlo con la mirada porque tenía puestas las gafas de sol. Lo último que necesitaba era que Garza creyera que iba hablando de cómo me lo hacía. Cuando le había dicho que protegería su reputación, lo había dicho en serio.

―¿Ah, sí? ―preguntó Garza―. ¿Y por qué está Rivera tan interesada en mí?―Con las piernas cruzadas y un cuerpo espectacular oculto bajo el vestido, tenía más aspecto de supermodelo que su amiga Pilar.

―Bueno, de cara a la galería, le interesa tu editorial ―dijo Pine―. Pero en realidad sólo quiere...

―Pine. ―Sólo necesitaba decir su nombre para hacer que se callara.

Pine cerró la boca, pero en sus ojos había un brillo travieso.

―Le pareces guapa. Lo dejaré ahí.

Después de un rato más de conversación, los chicos se marcharon con sus citas. Pine fue a la habitación de la planta baja y Mike llevó a Pilar al otro dormitorio del yate. Garza y yo por fin estábamos a solas, pero no estábamos pasándonosla tan bien como los demás.

Me levanté, caminé hasta la barandilla y contemplé la ciudad en todo su esplendor. Era una vista magnífica de cerca, desde la ventana de mi despacho, pero la imagen era distinta desde una posición privilegiada como aquella. En cierto modo, hacía que aquella descomunal ciudad pareciese pequeña.

Garza se acercó a mí y apoyó las manos en el borde.

―Bonito, ¿eh?

―Indescriptible.

Se pasó los dedos por el cabello sedoso, ofreciendo una imagen sensual sin intentarlo siquiera. Su constante fachada de fuerza era deliberada, pero cuando se la veía tan deseable, era todo natural.

Ni siquiera tenía que esforzarse.

Me giré para quedar de frente a ella, nuestros cuerpos estaban tan cerca que podía tocarla si me movía un poco.

―No se lo he contado.

Desde aquel ángulo, podía verle los ojos detrás de las gafas de sol.

Contemplaban la ciudad, a kilómetros de distancia.

―Ya lo sé, pero es evidente que te gusta hablar de mí. ―Las comisuras de la boca se le curvaron en una sonrisa.

―Sí.

The Boss - Adaptación RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora