Abril
Cuanto más perdía el control de la situación, más me enfadaba.
Estaba acostumbrada a poner las normas, a llevar las riendas, a estar al mando.
Entonces llegó Rivera y lo puso todo patas arriba.
Quería hacer peticiones que fueran obedecidas. Quería exigir cosas sin ser cuestionada, pero Rivera tenía sus propias solicitudes y la mayoría, si no todas, eran contrarias a las mías.
Era un incordio.
Salí hecha una furia de su casa, no porque estuviera enfadada con ella, sino por lo frustrada que me sentía con la situación. Echaba de menos cómo eran antes mis acuerdos, cuando encontraba a una persona a la que deseaba y ella aceptaba todas mis condiciones. A veces pedían que hiciera una o dos excepciones, pero siempre eran nimiedades.
Rivera quería darle la vuelta a todo.
Si no la deseara tanto, si no soñara con ella todas las noches, renunciaría a aquello y buscaría a otra persona.
Joder, pero deseaba muchísimo a esa mujer.
La deseaba más de lo que había deseado nunca a nadie. En ella todo era puro sexo. Era fuerte, e increíble en la cama. Su fuerza y su dominación eran dos aspectos por los que me había atraído desde el principio. Era bastante ingenuo por mi parte sentirme frustrada porque ella hubiera conservado aquellos rasgos incluso con nuestras circunstancias.
Pasé la semana entre reunión y reunión. El papeleo se me acumuló y mis cuatro ayudantes no pudieron mantener el ritmo. Me habían invitado a un desfile de moda esa semana en Manhattan, el más grande que tenía lugar en Estados Unidos. Pilar iba a desfilar, así que sin duda tenía que estar allí para apoyarla.
Por no hablar de que me encantaba la ropa.
Como mis coches, era otra debilidad.
Tenía el armario lleno de trajes de los mejores diseñadores del mundo. A veces me los regalaban a modo de discreto patrocinio. A Connor Suede en particular le gustaba que exhibieran su ropa mujeres poderosas. Y como yo era una de las mujeres más influyentes del mundo, recibía conjuntos antes incluso de que llegaran al mercado.
Justo cuando estaba pensando en qué ponerme, Jessica entró en mi despacho con una caja enorme. A un lado estaba impreso el logo de Suede y había un lazo negro atado en la parte de arriba.
―Acaba de llegarte esto. ―Lo dejó en mi escritorio y se fue.
En cuanto se marchó, no pude contenerme. Tiré del lazo y abrí la tapa.
Había una nota dentro.
GARZA:
El vestido más bonito para la mujer más bonita.
~C
Las comisuras de los labios se me curvaron en una sonrisa antes de que dejara la nota a un lado y sacara el vestido. Negro, fino y elegante, estaba cortado en un suave tejido que cedía al tacto sin perder su elasticidad. Tenía la espalda abierta y los tirantes unidos en el cuello, y toda la parte frontal estaba adornada con diamantes circulares. La V del escote bajaba por el pecho hasta el abdomen.
Era tan bonito como había dicho Connor.
Lo sostuve en alto y lo examiné, conteniendo la respiración mientras veía cómo brillaban los diamantes auténticos con la luz que se colaba por la ventana de mi despacho. No me hacía falta probármelo para saber que me quedaría de maravilla. Connor conocía mis medidas a la perfección.
Lo volví a guardar en la caja y cerré la tapa antes de ponerla a un lado. Ahora ya no pensaba en el trabajo, sino en zapatos y accesorios. Tendría que ir de tiendas antes del fin de semana para encontrar los detalles idóneos para destacar mi espléndido vestido.