—¿También tienes un hermano? —preguntó la hada de cabello morado, inclinándose un poco hacia adelante con curiosidad.
—Sí, él es el mayor —respondió la pelirrosa, moviéndose incómoda por la cercanía de la hada.
—¿Me lo presentas? Oh, un humano y una hada, seríamos como el rey Ban y la difunta Reina Evaine —soñó despierta, llevándose las manos al pecho con dramatismo—. Escuché que una vez el rey Ban se robó a la reina Evaine antes de convertirse en reyes. Viajaron por el mundo. ¡Fueron tan felices!
—¿Sí? También me gustaría que alguien me robara y me llevara a viajar por el mundo —susurró la pelirrosa, con una leve sonrisa.
Esa conversación hizo que Lancelot frunciera el ceño. Por un lado, le gustaba que adoraran las historias de sus padres, pero por otro, sentía que lo lastimaban al hablar de ellos de una forma tan despreocupada, sin comprender el peso de lo que significaban.
Se dirigían a Edimburgo, el reino devastado por el clan de vampiros hacía más de veinte años. Ahora, solo quedaba el rey, quien se negaba a trabajar con seres que no fueran humanos.
Los niños estaban cerca, así que se ocultaron entre las rocas. Desde allí, podían ver a los Vacíos, criaturas sombrías que custodiaban prisioneros; hadas y gigantes encadenados.
—No podemos entrar por el frente y no sabemos cuántos de esos títeres están esperando adentro. Deberíamos buscar una entrada trasera y... ¡Oye, ¿me estás escuchando? ¿Qué piensas hacer? —dijo Lancelot al ver a Helaine aterrizar a unos metros, justo frente a sus enemigos.
—¡Pienso ayudarlos! —interrumpió Helaine— ¡Corte del Vacío Eterno!
La espada de Helaine acumula energía en su filo, y con un golpe rápido, lanza una onda de energía que parece devorar la luz a su paso. Esta onda crea una brecha en la realidad, similar a un portal, que absorbe la energía de los enemigos antes de explotar en una lluvia de fragmentos oscuros.
—¡Genial, Helaine! —exclamó Jade, corriendo hacia ella con entusiasmo.
—¡Idiota! —Lancelot le dio un golpecito en la cabeza—. ¿Qué demonios acabas de hacer? ¡Cabeza hueca!
—¡Oye, eso dolió!
—Si vuelves a hacer algo así... —la agarró por el cuello de la camisa— ¡Te daré uno mucho más fuerte!
—¡¿Qué?! ¡Me abrirás la cabeza!
—¡Piensa antes de actuar! ¿No ves que todos estamos arriesgándonos?
—¡Oye, ya suéltala! —intervino Jade, con tono apremiante—. No es momento para estar discutiendo...
De repente, todos voltearon, alertados por un ruido. Los Vacíos comenzaron a acercarse rápidamente, pero un hada, madre de uno de los niños, invocó un remolino que arrastró a la mayoría de ellos. Los padres corrieron hacia sus hijos.
Helaine, con firmeza, les pidió que se fueran. Les aseguró que ella se encargaría de los demás aún por rescatar. A pesar de la duda en sus miradas, obedecieron y se retiraron.
Frente a los tres niños, aparecieron dos criaturas extrañas.
—Jade, cuida de Escanor.
—No puedes ir sola.
—Yo cuidaré su espalda —dijo el hada.
Una, hecha por magia de hadas, fue derrotada rápidamente por Lancelot, mientras Helaine enfrentaba a la otra. Su poder demoníaco comenzó a descontrolarse al reconocer al responsable de la maldición de su madre, quien huyó por un portal. Consumida por la ira, Helaine quedó vulnerable ante un golpe devastador de la gran criatura, pero Lancelot, ya en forma humana, atravesó una parte de la criatura.
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Everywhere I Go |Lancelot o Percival
Roman d'amourEn una reunión inesperada, cuatro jóvenes se unen como el cuarteto del destino, predicho para derrocar a Camelot. Entre ellos se encuentra Helaine, hija del rey de Liones, y Lancelot, un misterioso joven que despierta el interés amoroso de Helaine...