II

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Altagracia

Me remuevo en la cama e inmediatamente me doy cuenta de que León ya no está, al voltear me topo con  la silueta de mi hermana abriendo las cortinas y resoplo, me cubro con las sábanas y me siento pero no pude ni pararme del dolor de cabeza, ha de ser por las copas de ayer.

-Regina, ¿puedes dejar de meterte a mi habitación cuando se te da la gana?

-Agradece que te levanto, ya son las 8:30 am

-¿Qué?- me paro- ¿León se fue?

-No puedo creer que te hayas atrevido a acostarte con ambos el mismo día

-No lo hice- trato de recordar- ¿o sí?- susurro para mí- ay ya, me voy a bañar

-Apurate, se nos hace tarde- pienso- ¿estuviste tomando?, ¡acaso estás loca!

Entro a el baño y luego de una rápida ducha salgo a vestirme, me pongo una falda ceñida al cuerpo y una blusa, decidí poner el relicario en mi cartera y luego de organizar mi bolsa salgo de la recámara.

En la sala mi hermana estaba esperando quien sabe qué pero se nota muy ansiosa.

-Nos vemos, ya se me hizo tarde

-¿Es en serio?, me hiciste esperar para nada

Inmediatamente recuerdo lo de la cita.

-Era broma, ¿dónde quedó tu sentido del humor?, ¿se lo llevó Daniel?

-Sí, claro- irónica

Voy detrás de ella y nos metemos a el auto, me urgía ir a la constructora pero le dije que la acompañaría, ni modo, sé que no se ha sentido bien y como no quiere que Daniel se le acerque, solo me tiene a mí, y yo a ella.

En cuanto llegué a la clínica, por una peculiar razón mi cuerpo se tensó y solo cuando vi a mi sobrino caí en mi cruda realidad, una realidad que había evitado por muchos días.

-Altagracia, ¿estás bien?

-Sí- limpio mi mejilla- ¿qué decías?

-¿Qué no escuchaste?- sonrío- es niño

-Vaya- me río- ¿ahora quién es la loca?, te lo dije

De repente se abre la puerta y aparece Daniel, muy a pesar de los lloriqueos de mi hermana, aproveché para salir del cuarto, ese asunto ya me tiene sin cuidado, ahora tengo un problema más grande y después de tantos días de enterarme, apenas logro asimilarlo.

Camino por todo el pasillo un poco mareada y con unas náuseas terribles, no sé si es mi cuerpo o lo que me provoca solo pensar en eso.

Apenas encuentro el baño expulso todo lo que comí ayer, ni siquiera he desayunado.

-no, no puede ser- sollozo

Este tipo de miedo y nervios solo los viví una vez, de una manera más drástica, claro. Pero aún así me siento morir.

Sentí el impulso de llamar a León pero me contuve y automáticamente pensé en José Luis, a él sí lo puedo llamar, aunque corra el riesgo de que me mate y haga lo que quiera conmigo, sé que no me va a juzgar y no tiene derecho, en cambio León por obvias razones no lo entendería y sé que terminaría mal.

Le marco y al tercer tono contesta, del otro lado puedo escuchar su respiración agitada y la voz de una mujer.

-¿Altagracia?

-...

-¿Dónde estás?, no te oyes bien

-Qué te importa, llamé en mal momento ¿verdad?

Protege A Zoe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora