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Federico tomó mi mano con suavidad y me guió fuera del café, dirigiéndonos hacia un parque cercano. Mientras caminábamos, su risa resonaba en el aire, contagiándome su alegría y su energía positiva.

—¿Viste la cara de ese señor? ¡Fue increible! —exclamó Federico entre risas, su rostro iluminado por la diversión.

Seguí caminando junto a Federico, disfrutando de la brisa fresca del parque y la sensación liberada de estar lejos de la opresión que había experimentado antes en el café. Mientras nos adentrábamos más en el parque, la atmósfera se llenó de una sensación de paz y tranquilidad.

Federico y yo nos sentamos en un banco, aún riendo por la situación en el café. Entonces, curiosa, le pregunté

—¿eres famoso o algo así?, mi jefe... o bueno mi ex jefe parecía que te conocía

Federico se río, una risa llena de modestia y calidez.

—Se me hace raro que no reconocieras a una cara tan guapa como yo... ¿vives en una piedra o algo asi? - dijo mientras reía — Pero sí, soy un youtuber

Me reí ante la respuesta juguetona de Federico, sintiéndome más relajada y feliz de estar con él en ese momento.

—Bueno, supongo que he estado un poco desconectada del mundo últimamente —respondí, sonriendo—. Pero ahora que te conozco, definitivamente no me perderé tus vídeos.

Federico asintió con una sonrisa, y luego miró a su alrededor, disfrutando del entorno tranquilo del parque.

—Es bueno tener momentos como este, ¿verdad? Simplemente relajarse y disfrutar de la compañía del otro.

Asentí con la cabeza, sintiendo una sensación de serenidad y felicidad que había estado ausente en mi vida por mucho tiempo.

—Sí, definitivamente lo es. Gracias por sacarme de ese lugar, Federico. Me hacía falta esto.

Federico me miró con ternura, sus ojos brillando con sinceridad.

—Estoy feliz de poder estar aquí contigo. Si alguna vez necesitas escapar de nuevo, ya sabes donde encontrarme.

Sonreí, agradecida por haber conocido a alguien como Federico. En ese momento, no había lugar en el mundo donde preferiría estar más que junto a él.

—Muchas gracias, Federico

—Oye, pero no me digas Federico... suena como el nombre de un abuelo - dijo mientras se quejaba

Me reí ante su comentario y asentí con complicidad.

—Está bien, Fede. Entendido.

Fede sonrió satisfecho y luego sacó su teléfono.

—¿Qué te parece si intercambiamos números? Así podemos mantenernos en contacto y vernos más seguido - propuso el chico mientras acercaba su celular hacía mi

Asentí con entusiasmo y saqué mi propio teléfono. Intercambiamos números con una sensación de emoción por lo que el futuro nos deparaba.

Después de guardar su número en mi lista de contactos, miré a Fede con una sonrisa.

El tiempo junto a él paso demasiado rápido, hablamos de tantas cosas y a la vez de nada. Supongo que disfruto de su compañia, tanto que estuvimos todo el día conversando.

—Creo que ya es un poco tarde, ¿Dónde vives, Yasmin?

Le dije mi dirección, y Fede asintió, ofreciéndome llevarme a casa en su lujoso coche.

—Sube, te llevaré a casa.

Agradecida, acepté su ofrecimiento y subí al coche, maravillada por su elegante vehículo.

Durante el trayecto, conversamos animadamente, compartiendo historias y risas. Fede demostró ser un compañero encantador y divertido.

—¿Que tal parece si mañana salimos? - preguntó el chico

Le sonreí con entusiasmo ante su propuesta.

—¡Me encantaría! ¿Tienes algo en mente?

—No lo sé, pero contigo me emociona ir a cualquier parte - dijo con un brillo en sus ojos

Finalmente, llegamos a mi casa. Agradecí a Fede por el increíble día que habíamos pasado juntos y nos despedimos con la promesa de volver a vernos al día siguiente.

Mientras observaba su coche alejarse, una sensación cálida y reconfortante llenó mi corazón. Había encontrado a alguien especial en Fede, alguien que había llegado a mi vida en el momento justo.

Entre a mi casa, y rápidamente corrí hacia mi cuarto.

Mientras me sentaba frente a mi computadora, con la luz tenue de la pantalla iluminando la habitación, sentí una mezcla de emoción y curiosidad. ¿Quién era realmente Federico? ¿Qué secretos guardaba detrás de esa sonrisa encantadora?

Con manos temblorosas, escribí su nombre en el buscador y observé con asombro cómo aparecían innumerables resultados. Videos, redes sociales, artículos; parecía que Federico estaba en todas partes. ¿Cómo había estado tan ciega para no reconocerlo antes?

Comencé a ver sus videos, uno tras otro, dejándome envolver por su carisma y su talento. Cada historia, cada risa compartida, me acercaba más a él, como si estuviera descubriendo un mundo completamente nuevo.

Con el tiempo, la noche avanzaba y mi cansancio se hacía evidente, pero no podía dejar de mirar. Cada video era una ventana a su mundo, y yo estaba completamente fascinada por lo que veía.

Finalmente, con los párpados pesados ​​y una sonrisa en los labios, cerré la computadora y me dejé llevar por el sueño.

En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora