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Después de buscar un poco, encontramos un hotel pequeño y acogedor, no muy lejos de la playa. Era un lugar encantador, con una fachada pintoresca y flores de colores brillantes en el jardín. Entramos, y Fede hizo las gestiones en la recepción mientras yo observaba el acogedor lobby decorado con detalles muy lindos.

—Buenas tardes, ¿tienen una habitación disponible? —preguntó Fede al recepcionista, un hombre mayor con una cálida sonrisa.

—Claro que sí, joven. Tenemos una habitación con vista al mar que les encantará —respondió el recepcionista mientras tecleaba en su computadora.

Después de recibir las llaves, subimos a nuestra habitación. Era un espacio acogedor, con una cama grande y ventanas que ofrecían una vista impresionante del océano. Aunque el dolor aún estaba presente, tratamos de disfrutar el tiempo que teníamos juntos.

—¿Qué te parece si pedimos algo de cenar? —sugirió Fede, tratando de mantener un tono alegre mientras cerraba la puerta detrás de él.

—Me parece perfecto —respondí, sonriendo y tratando de mantener el ánimo.

Pedimos comida del restaurante del hotel, y mientras esperábamos, comenzamos a grabar algunos TikToks. Hicimos videos divertidos, bailando y riendo, tratando de olvidar por un momento la gravedad de la situación. Nos reímos tanto que, por un momento, todo parecía normal, como si el mundo no estuviera a punto de cambiar para siempre.

—¡Mira este baile! —dije, mostrando a Fede una coreografía que había aprendido de uno de nuestros creadores favoritos.

—Definitivamente no sirvo para bailar —respondió él, intentando seguir mis movimientos y fallando de manera cómica. Su torpeza era adorable y me hacía reír aún más.

Ambos nos reímos a carcajadas, disfrutando de la simplicidad del momento. La risa de Fede era tan contagiosa, y por un rato, nos perdimos en la diversión y el amor.

La cena llegó, y comimos mientras hablábamos de todo y nada a la vez. La conversación fluyó fácil, como siempre, y por un rato, pudimos olvidarnos del peso que llevábamos en nuestros corazones.

—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? —pregunté, sonriendo ante el recuerdo.

—Sí obvio, me enamore a primera vista —dijo Fede, con una mirada nostálgica, sus ojos brillando con el recuerdo.

—¿En serio? - exclamé incrédula mis ojos abiertos de par en par.

—Claro, ¿no lo sabías? —Fede se inclinó hacia adelante, apoyando su codo en la mesa— Estabas ahí tan linda con tu uniforme y tú sonrisa tan linda... no pude evitar sentirme atraído por ti.

—No puedo creer que te hayas fijado en mí así —dije, sonrojándome. La calidez en su mirada me hacía sentir segura y amada.

—Fue más que fijarme —continuó él, tomando mi mano— Fue como si el tiempo se detuviera por un segundo. Sabía que tenía que conocerte. Pero..tengo que admitir que también me fije como me mirabas ehhh, te guste cuando me viste, ¿verdad? - dijo esto último levantando sus cejas.

—Obvio que sí, me gustaste cuando te vi. Bien guapísimo estabas en la mesa 7 —dije, riendo—. Te vi y pensé: "A ti sí te hago hot cakes aunque me salgan quemados".

Fede soltó una risa sorprendida y divertida— ¡¿De verdad pensaste eso?!

—Bueno, tal vez no tanto, pero me fijé en ti —contesté con una sonrisa, intentando parecer casual— Aunque no era nada tan dramático como lo que describes.

Fede se acercó un poco más, su mirada volviéndose más íntima

—Pero ya en serio, desde el día que te conocí, iba al café todos los días y me sentaba en la mesa 7 con la esperanza de verte. Y, después de tanto tiempo, me siento increíblemente agradecido de haberte vuelto a encontrar.

Me conmovió profundamente escuchar eso. Su sinceridad y devoción eran palpables. Acaricié su mano con ternura— Me alegra saber que nuestros caminos se volvieron a cruzar. No puedo imaginar mi vida sin ti, mi amor.

Nos miramos con ternura, y el ambiente se volvió más íntimo. Fede se inclinó hacia mí, y nos acercamos lentamente para darnos un beso. Pero justo cuando estábamos a punto de cerrar el espacio entre nosotros, una cucaracha voló repentinamente por la habitación.

—¡AHHHH! —grité, apartándome de un salto. La cucaracha volaba en el aire antes de aterrizar en el suelo.

—Oh no —exclamó Fede, mirando la cucaracha con una expresión de horror— ¡Es una cucaracha voladora!

—¡Mátala! —le dije, entre risas nerviosas y temblando.

—¿Yo? ¡No, tú! —respondió Fede, frunciendo el ceño— ¡Eres tú quien grita más alto!

—¡Pero tú eres el que la vio primero! —le contesté, todavía medio riendo y medio aterrorizada— ¡Vamos, haz algo Fede!

Fede se levantó rápidamente, buscando algo para enfrentar a la cucaracha. La situación se volvió un caos divertido mientras intentábamos, entre risas y gritos, deshacernos del intruso. Al final, con la cucaracha finalmente eliminada y el pánico disipado, nos miramos el uno al otro, riendo y con el corazón acelerado.

—Creo que lo que acabamos de vivir supera cualquier novela romantica —dijo Fede, todavía riendo.

—Definitivamente —respondí, abrazándolo— Pero, a pesar de todo, me alegra estar aquí contigo, incluso en medio del caos.

Justo cuando estábamos empezando a relajarnos nuevamente, el teléfono de Fede vibró. Era una videollamada de Ian.

—QUE ONDAAA TORTOLITOS - dijo el pelos de escoba mientras saludaba con la mano - ¿Como va todo por allá?

Fede y yo nos reímos al ver la expresión animada de Ian en la pantalla.

—¡Hola, Ian! —dijo Fede— Todo va muy bien, estamos disfrutando de la playa y del hotel.

—Casi nos mata una cucaracha - dije, aún riendo por el incidente

Ian soltó una carcajada, claramente disfrutando la historia— ¡Eso suena épico! Deberían grabarlo para un TikTok, ¡sería viral!

—Lo consideraremos —dijo Fede, mientras yo asentía con la cabeza

—Miren quien esta aquí conmigo —comentó Ian con una sonrisa mientras nos enseñaba a Parce, quien estaba a su lado

—¡Hola, Parce! —dijimos Fede y yo al unísono, saludando con entusiasmo.

—¡Hey, chicos! —respondió Parce, sonriendo— Se les extraña por acá. ¿Cómo va todo?

—Aparte del encuentro cercano con la cucaracha, todo va perfecto —respondí, todavía sonriendo.

—Nos alegra escucharlo —dijo Parce— Oigan, cuando Ian y yo vayamos a visitarlos a la playa, tenemos que hacer una gran fiesta. 

—¡Eso suena genial! —exclamó Fede— Nos encantaría.

—Definitivamente vamos a divertirnos mucho —agregué, emocionada por la idea.

—Bueno, chicos, los dejamos disfrutar de su noche —dijo Ian finalmente— ¡Diviértanse y cuídense!

—Gracias, chicos. ¡Nos vemos pronto! —dijo Fede, mientras todos nos despedíamos.

Cerramos la llamada y nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la paz que seguía a la risa. Fede se acercó y me abrazó, y sentí una ola de amor y gratitud.

—Te amo, Yasmin —susurró.

—Y yo a ti, Fede —respondí, acurrucándome en sus brazos.

Nos preparamos para dormir, todavía riendo suavemente por el incidente con la cucaracha. Nos metimos en la cama, abrazados, y el sonido de las olas afuera nos arrulló hasta dormirnos.


En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora