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Los días pasaban y todo parecía mejorar lentamente. La casa de Fede se había convertido en un refugio para los tres. Ian, Fede y yo formábamos una pequeña familia improvisada, cada uno aportando su granito de arena para crear un ambiente de apoyo y camaradería. Las risas llenaban los días y las noches, mientras nos adaptábamos a esta nueva vida juntos.

Ian se había convertido en un hermano mayor para mí, siempre dispuesto a hacerme reír y a protegerme. Fede y yo nos entendíamos cada vez mejor, compartiendo más historias y risas. La conexión entre nosotros se profundizaba con cada día que pasaba.

Las tardes las pasábamos viendo películas, cocinando juntos o simplemente charlando en la sala de estar. Ian tenía una habilidad especial para aligerar cualquier situación, y su energía contagiosa nos mantenía a todos de buen humor. Fede, por su parte, era el pegamento que mantenía todo unido, siempre dispuesto a escuchar y a ofrecer su apoyo incondicional.

Un día, mientras preparábamos la cena juntos, Ian bromeaba sobre los videos que grabarían esta semana.

—Che, ¿y si probamos hacer un pendejo chef 4? —sugirió Ian, riendo— Yasmin podría ser de mi equipo

Fede se rió mientras se servía un vaso de agua.

—¿Te parece bien Yas? - preguntó Fede

—Obvio que si- respondí sonriendo.

—Me parece genial —dijo Ian festejando

—Me parece una idea perfecta —respondió Fede - Será divertido.

Esa noche, después de la cena, nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. Como era habitual, Fede vino a mi cuarto para nuestra charla nocturna. Estas conversaciones se habían convertido en un ritual, un momento para desahogarnos y compartir nuestros pensamientos más profundos.

—¿Te puedo peinar? —le pregunté a Fede, sonriendo mientras sacaba una caja de accesorios para el cabello.

Fede se rió y se sentó en el suelo frente a la cama, dejándome espacio para que pudiera trabajar en su cabello.

—Fede, ¿alguna vez has pensado en cómo sería si las cosas fueran diferentes? —pregunté en un momento de silencio.

Fede levantó la vista, sus ojos encontrándose con los míos a través del espejo.

—Sí, lo he pensado. Pero también creo que todo lo que hemos pasado nos ha llevado a este momento. Y aunque no ha sido fácil, no cambiaría nada si eso significara no tenerte a mi lado ahora —respondió con sinceridad.

Mi corazón dio un vuelco ante sus palabras, sintiendo una mezcla de emociones que no podía definir con claridad.

—¿Sabes? Siempre he querido ir a la playa —dije, tratando de desviar un poco la conversación— Nunca he visto el mar en persona.

Fede sonrió, su mirada suave.

—La playa es increíble. Te llevaré algún día, lo prometo. Pasaremos un día entero allí, jugando en la arena y nadando en el mar.

Sonreí, imaginando esa escena.

—Me encantaría eso. Gracias, Fede.

Hubo un momento de silencio cómodo mientras seguía trenzando su cabello. Luego, Fede habló de nuevo, su voz baja y reflexiva.

—¿Sabes? Siempre he soñado con tener una hija algún día. Me gustaría llamarla Emma, con doble M.

Me detuve un momento, sorprendida por su revelación.

—Emma es un nombre hermoso. ¿Por qué con doble M?

—No sé, siempre me ha gustado cómo suena y se ve escrito así. Es un pequeño detalle, pero para mí hace una gran diferencia.

En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora