.019

219 27 13
                                    


El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. A mi lado, Fede dormía plácidamente, con una sonrisa tranquila en su rostro. Me sentí afortunada de tenerlo a mi lado, y mientras lo observaba, el mundo exterior parecía lejano e irrelevante.

De repente, la puerta se abrió de golpe y Ian entró corriendo con una gran sonrisa en el rostro, sosteniendo dos almohadas en las manos.

—¡BUENOS DÍAS, TORTOLITOS! —gritó, lanzando una almohada directamente hacia nosotros.

La almohada me golpeó en la cara, y en mi sorpresa, rodé fuera de la cama y caí al suelo con un golpe suave. Fede se despertó de golpe, alarmado, y al ver lo que había pasado, se lanzó sobre Ian para defenderme.

—¡Ian, boludo! —exclamó Fede, riendo mientras agarraba una almohada y la usaba para golpear a Ian— ¡Deja en paz a mi novia!

Ian solo se rió más fuerte y devolvió el golpe con su propia almohada, iniciando una épica guerra de almohadas. Yo me uní rápidamente, lanzando almohadazos a ambos chicos mientras reíamos a carcajadas.

En medio de la batalla, la puerta se abrió de nuevo y Parce asomó la cabeza para ver qué estaba pasando. No tuvo tiempo de reaccionar antes de recibir un almohadazo directo en la cara. Se quedó parado por un segundo, con una expresión de sorpresa que nos hizo reír a todos aún más fuerte.

—¡Parce, lo siento! —dije, tratando de contener la risa mientras Parce se unía a la pelea con una sonrisa en el rostro.

—¡Ya van a ver, malparidos! —exclamó Parce, lanzándose a la batalla con una energía renovada

La guerra de almohadas continuó con más intensidad.

—¡Así que esto es lo que se siente pelear contra un colombiano enano furioso! —gritó Ian, esquivando un almohadazo con agilidad.

—¡Malparido gonorrea! —respondió Parce, riendo mientras lanzaba otra almohada— ¡No sabes con quién te metes, hijueputa!

Fede y yo no podíamos parar de reír. La energía y las palabras de Parce hacían que todo fuera aún más divertido. Incluso cuando Parce nos alcanzaba con un golpe, la risa seguía siendo la protagonista.

—¡Parce, ya basta! —dijo Fede entre risas— ¡Nos vas a matar de risa!

—¡Ustedes se lo buscaron! —exclamó Parce, riendo y lanzando una última almohada antes de detenerse— Pero está bien, me apiado de ustedes.

La guerra de almohadas continuó por varios minutos, llenando la habitación de risas y alegría. Finalmente, nos detuvimos, exhaustos pero felices, y nos sentamos en la cama, respirando con dificultad.

—¡Qué manera de empezar el día! —dijo Ian, todavía riendo mientras se dejaba caer sobre la cama— Esto es mucho mejor que cualquier alarma.

—Definitivamente —respondió Fede, sonriendo y tomando mi mano— Pero creo que es hora de bajar a desayunar. Necesitamos energía para seguir con la fiesta.

Nos dirigimos a la cocina, todavía riendo y bromeando entre nosotros. Antes de sentarnos a la mesa, Fede se detuvo y abrió un pequeño estuche en la alacena, sacando algunas pastillas. Observé mientras se las tomaba con un vaso de agua, pero no dije nada, suponiendo que tendría una resaca por todo el alcohol que había tomado la noche anterior.

Nos sentamos a la mesa y comenzamos a desayunar. La conversación fluyó con facilidad, llena de risas y anécdotas del día anterior. Ian y Parce seguían recordando la guerra de almohadas, y no pude evitar reírme de nuevo.

—¡No puedo creer cómo peleaste, Parce! —dijo Ian, todavía riendo— Eres un verdadero guerrero de almohadas.

—¡Eso no es nada! —respondió Parce, riendo— Ustedes no han visto nada aún.

Mientras continuábamos desayunando, noté que Parce observaba las pastillas de Fede con curiosidad.

—Oye, Fede, ¿qué son esas pastillas que te tomaste? —preguntó Parce, frunciendo el ceño.

Ian lo miró con una expresión que claramente decía "cállate", pero Parce no pareció notarlo.

Fede levantó la mirada y sonrió, pero no hizo ningún comentario al respecto. Sentí una ligera inquietud en el pecho, empezando a sospechar que había algo que no me querían decir.

—Son... solo unas vitaminas que me recetó el doctor —dijo Fede finalmente, tratando de sonar despreocupado.

Ian asintió rápidamente, como si quisiera cerrar el tema.

—Sí, nada de qué preocuparse —dijo Ian, cambiando rápidamente de tema— Entonces, ¿qué planes tenemos para hoy?

Fede sonrió, agradecido por el cambio de tema.

—Estaba pensando que podríamos ir a Six Flags o Kataplum —dijo— Quiero grabar algunas cosas con mis vecinos: Alex, Lukas, Max y Alan. ¿Qué les parece?

La emoción en su voz era palpable, y no pude evitar sentirme emocionada también. Había estado esperando una oportunidad para divertirme y grabar algo divertido.

—¡Me encanta la idea! —dije, sonriendo— Nunca había ido a un parque de diversiones.

—Definitivamente, suena genial —agregó Parce, asintiendo con entusiasmo— Hace tiempo que no voy a un parque de diversiones.

Ian asintió también, su rostro lleno de anticipación.

—¡Vamos a hacer que sea un día épico! —dijo, levantando su taza de café en un brindis— ¡Por la diversión y las aventuras!

Todos levantamos nuestras tazas y brindamos, emocionados por el día que nos esperaba. Aunque la pequeña inquietud sobre las pastillas de Fede persistía en el fondo de mi mente, decidí enfocarme en disfrutar el momento y la compañía de mis amigos.

Después del desayuno, nos preparamos rápidamente para el día. Fede y yo recogimos nuestras cosas, asegurándonos de llevar nuestras cámaras y equipos de grabación. Ian y Parce se aseguraron de que todo estuviera listo para nuestra salida, y en poco tiempo, estábamos listos para partir.

Subimos al coche y nos dirigimos a Six Flags, con la música a todo volumen y el entusiasmo llenando el aire. A medida que nos acercábamos al parque, podía sentir la energía de la anticipación creciendo dentro de mí. Sabía que sería un día inolvidable, lleno de risas, gritos y recuerdos preciosos.

Cuando finalmente llegamos a Six Flags, nos encontramos con los vecinos de Fede: Alex, Lukas, Max y Alan. Todos estaban igualmente emocionados y listos para la aventura que nos esperaba. Después de saludarnos y hacer algunas bromas, nos dirigimos hacia la entrada del parque, listos para comenzar nuestro día lleno de diversión y adrenalina.

—¡Esto va a ser increíble! —dijo Alex, saltando de emoción— No puedo esperar para subirme a todas las montañas rusas.

—¡Y yo no puedo esperar para besarte! —añadió Lukas, sosteniendo su cámara con una sonrisa mientras veia a Alex.

—¿Son novios? - pregunte tratando de no incomodarlos.

Todos los chicos comenzaron a reir, mientras yo no entendía nada.

En fin, hombres.

En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora