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Mis días antes de conocer a Federico eran grises y oscuros. Me levantaba cada mañana con la sensación de estar atrapada en una rutina monótona, sin emoción ni propósito. La soledad se había convertido en mi compañera constante, y a veces, la tristeza se instalaba tan profundamente en mi corazón que me resultaba difícil imaginar que algún día las cosas podrían cambiar.

Pero entonces, conocí a Federico.

Desde el momento en que entró en mi vida, todo se pintó de colores. Su energía, su entusiasmo y su genuina alegría de vivir transformaron mis días. Federico era como un rayo de sol en medio de una tormenta, iluminando cada rincón oscuro con su presencia.

Un día, decidí salir a caminar por las calles sin rumbo alguno, disfrutando del buen clima y despejando mi mente. Mientras paseaba por las calles tranquilas, me detuve en una pequeña tienda de café para comprar algo.

Es mil veces mejor comprar un café a estar trabajando en una cafetería para ganar solo insultos.

 Al salir con mi bebida en mano, vi a alguien familiar caminando hacia mí. Era Fede, inmerso en una conversación telefónica. Justo cuando levantó la vista, nuestras miradas se encontraron y una amplia sonrisa apareció en su rostro.

—¡Yas! —exclamó, acercándose rápidamente— ¡Qué sorpresa verte aquí!

—¡Fede! —respondí, igualmente sorprendida— ¿Qué haces por aquí?

—Vivo cerca de aquí —dijo, señalando una calle cercana— Estaba haciendo unas compras. ¿Y tú?

—Solo estaba caminando por las calles y llegué a este lugar —respondí, contenta de encontrarme con él - Al parecer estamos destinados a encontrarnos 

—Apuesto que de alguna u otra forma nos íbamos a conocer - dijo, sonriendo 

—Parece que si —dije, devolviéndole la sonrisa.

El encuentro casual con Fede se convirtió en una charla animada mientras caminábamos juntos. Me di cuenta de que, con él, cada momento era especial, cada conversación fluía con naturalidad, y la sensación de soledad que había sentido durante tanto tiempo parecía desvanecerse en su presencia.

—¿Te apetece sentarte un rato en el parque? —sugirió Fede, señalando un pequeño parque cercano.

—¡Claro! —respondí, encantada con la idea.

Nos dirigimos al parque y encontramos un banco bajo un árbol frondoso. El sol brillaba a través de las hojas, creando patrones de luz y sombra en el suelo. Nos sentamos y continuamos hablando, compartiendo historias y sueños.

—¿Alguna vez pensaste en hacer algo completamente diferente? —pregunté, curiosa por saber más sobre sus aspiraciones.

Fede se quedó pensativo por un momento.

—Pues... la verdad nunca pensé en llegar a ser un youtuber, pero a veces pienso en explorar cosas fuera de YouTube y me encantaría tal vez poder dirigir una película. ¿Y tú? —preguntó, volviendo la pregunta hacia mí.

—Bueno, siempre he querido escribir un libro. Tengo tantas ideas y personajes en mi mente, pero nunca he tenido el valor de empezar —admití, sintiéndome un poco vulnerable al compartir mi sueño.

—¡Eso suena increíble! —exclamó Fede, con genuino entusiasmo— Deberías hacerlo. 

Pasamos el resto de la tarde en el parque, hablando de todo y de nada, disfrutando de la simple compañía del otro. Cuando finalmente nos levantamos para irnos, sentí que algo especial estaba creciendo entre nosotros.

—¿Nos vemos mañana? —preguntó Fede, con una sonrisa esperanzada.

—¡Por supuesto! —respondí, sintiendo una calidez en mi corazón.

...

Al día siguiente, nos encontramos nuevamente, esta vez para explorar un mercado local. Fede me mostró sus puestos favoritos, y juntos probamos diferentes comidas y descubrimos pequeños tesoros escondidos entre los stands. Cada momento con él era una nueva aventura, y me encontraba riendo y sonriendo más de lo que había hecho en años.

—¿Te das cuenta de que no he dejado de sonreír desde que te conocí? —dije, mientras caminábamos por el mercado.

Fede me miró con una expresión tierna y satisfecha.

—Me alegra escuchar eso, Yas. Eres una persona increíble, y estoy feliz de que nuestros caminos se hayan cruzado.

Mientras continuábamos nuestro paseo, me sentí más agradecida que nunca por haber conocido a alguien tan especial. La conexión que teníamos era innegable, y cada día que pasaba, sentía que nuestras vidas se entrelazaban de una manera que prometía un futuro lleno de momentos inolvidables.

Esa noche, mientras estaba en casa, reflexioné sobre cómo mi vida había cambiado desde que Fede había aparecido en ella. No solo había encontrado a un amigo en quien podía confiar, sino también a alguien que me inspiraba a ser mejor, a perseguir mis sueños y a disfrutar de cada momento.

En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora