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Alan sonrió y, dirigiéndose a todos, dijo

—Aquí los novios son otros, ¿no? —refiriéndose a Fede y a mí.

Los chicos rieron.

—¿Cómo sabes? —preguntó Fede, alzando una ceja.

En respuesta, Max sacó su teléfono y mostró la historia de Instagram de Ian, donde había un video donde Fede y yo estábamos abrazados.

—¡Una pequeña bromita! —exclamó Ian, con una sonrisa traviesa.

Fede lo volteo a ver con una expresión de "te voy a matar".

—Ian, ¡ven acá! —gritó Fede, lanzándose hacia él.

Ian soltó una carcajada y salió corriendo, con Fede pisándole los talones.

—¡Era solo una broma, Fede! —dijo Ian entre risas.

Yo no podía dejar de reírme mientras veía la escena, y los demás chicos también se unieron a las risas.

—¡Vamos, chicos ya despues se matan! —gritó Alex— ¡Quiero subirme a una montaña rusa antes de jugar a las escondidas!

—¡Sí, yo también! —exclamó Lukas, saltando de emoción.

—¡Yo también quiero! —dije rápidamente, sintiendo la adrenalina empezar a correr por mis venas.

Fede se quedó un momento pensativo, pero finalmente asintió con una sonrisa.

—Vamos amor, será divertido 

—Bueno, ¿por qué no? —dijo, tratando de sonar despreocupado.

Ian le lanzó una mirada reprobatoria a Fede, tratando de ser discreto. Fede le devolvió la mirada con una sonrisa tranquilizadora antes de girarse hacia mí.

—Vamos, vamos a la primera fila —dijo Fede, tomando mi mano.

Nos dirigimos a la fila de la montaña rusa y nos acomodamos en los asientos de la primera fila. Los chicos se sentaron detrás de nosotros, riendo y bromeando entre ellos.

Cuando el carrito comenzó a moverse, Fede tomó mi mano con fuerza.

—¿Te dan miedo las alturas? - pregunté notando lo nervioso que estaba

Fede me sonrió, aunque su sonrisa no alcanzó sus ojos.

—Sí, estoy bien. Solo un poco de nervios, eso es todo.

Antes de que pudiera decir algo más, el carrito comenzó a ascender. Sentí la emoción y la adrenalina recorrer mi cuerpo mientras subíamos cada vez más alto.

—¡Vamos, Fede, esto va a ser increíble! —le dije, tratando de animarlo.

Fede soltó una risa nerviosa y murmuró una serie de insultos uruguayos bajo su aliento.

¡Si muero hoy, quiero que te sepas que te amo con todo mi ser! —dijo, medio riendo, medio asustado.

Finalmente, alcanzamos la cima y el carrito comenzó su vertiginoso descenso. Fede y yo gritamos junto con los demás, sintiendo la emoción y la adrenalina en cada fibra de nuestro ser. A pesar de su nerviosismo inicial, Fede parecía disfrutar del momento, aunque seguía lanzando insultos en medio de las risas.

—¡Esto es una locura! —gritó Fede, riendo a carcajadas— ¡No puedo creer que me hayas convencido de hacer esto!

—¡Sabía que te encantaría! —respondí, riendo también.

Cuando la montaña rusa finalmente se detuvo, todos bajamos, todavía riendo y temblando de emoción.

—¡Eso fue increíble! —gritó Alan, con una sonrisa enorme en el rostro— ¡Vamos a otra!

En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora