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El siguiente día comenzó con la suave luz del sol filtrándose a través de las cortinas. Me desperté primero, sintiendo el cálido brazo de Fede alrededor de mi cintura. Sonreí, disfrutando del momento antes de levantarme silenciosamente para no despertarlo. Al bajar a la cocina, encontré a Ian y Parce ya despiertos, discutiendo sobre qué preparar para el desayuno.

—¡Buenos días! —saludé, entrando en la cocina.

—¡Buenos días, Yas! —respondió Ian con una sonrisa— ¿Quieres café?

—Claro, gracias.

Fede bajó poco después, aún somnoliento pero sonriendo al ver a todos reunidos. Se acercó a mí y me abrazó por detrás, besando mi mejilla.

—Buenos días, amor —dijo, bostezando— ¿Qué es eso que huele tan delicioso?

—Parce e Ian están haciendo panqueques —respondí, riendo.

—Yo los hice —dijo el rubio — El pendejo de Parce solo esta viendo 

—Pero si te ayude a hacer la mezcla - reclamó el colombiano

—¡Sí, claro! Ayudar a hacer la mezcla no cuenta como cocinar —dijo Ian, rodando los ojos.

—Vamos, chicos, no se peleen. Lo importante es que huele delicioso —dijo Fede, riendo.

Nos sentamos todos juntos alrededor de la mesa, riendo y bromeando mientras disfrutábamos de los panqueques.

—¡Estos pancakes están increíbles! —dijo Fede, tomando un gran bocado.

—Sí, Parce e Ian deberían abrir una cafetería —dije, sonriendo.

—Quizás lo hagamos —respondió Ian — Pero solo si tú y Fede son nuestros primeros clientes.

—Yo y Yas seriamos su cliente número uno —exclamó Fede, riendo.

...

Después del desayuno, decidimos pasar la mañana jugando en la Play.

—¡Vamos, Yasmin, tú y Fede contra Ian y yo! —dijo Parce, con una sonrisa competitiva.

—Si estoy con Parce ya estuvo que perdí dijo Ian, riendo.

Nos acomodamos en el sofá, cada uno con su control. La tensión y la emoción eran palpables mientras el juego se cargaba.

—Prepárense para perder —dijo Fede, lanzándole una mirada burlona a Parce e Ian.

—¡Ja! Sueña, Fede. Ian y yo somos los mejores en esto —respondió Parce, riendo.

El primer partido comenzó, y rápidamente quedó claro que iba a ser una competencia reñida. Fede y yo nos sincronizamos bien, pasándonos la pelota con precisión y acercándonos peligrosamente a la portería de Ian y Parce.

—¡Eso es, Yas! ¡Pásala! —gritó Fede, animándome mientras yo corría hacia el arco contrario.

—¡Mira eso! ¡Mira eso! —exclamó Ian, desesperado al ver que la pelota se acercaba a su portería.

—¡Noooo! —gritó Parce cuando logré anotar un gol, y Fede y yo nos levantamos del sofá, celebrando efusivamente.

—¡Sí! ¡Gol! —exclamé, chocando los cinco con Fede.

—Tomen eso —dijo Fede, sonriendo con satisfacción— Ni siquiera pudieron tocar el balón.

—Disfruten mientras puedan, tortolitos —replicó Ian, con una sonrisa— Vamos a remontar.

El juego continuó, y las burlas y los insultos amistosos se intensificaron.

—¿Eso es todo lo que tienes, Parce? —dijo Fede, riéndose mientras robaba el balón una vez más.

En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora