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El sonido de mi teléfono vibrando repetidamente me despertó. Parpadeé, aún adormilada, y me estiré para agarrar el móvil de la mesita de noche. Al desbloquearlo, me encontré con una avalancha de notificaciones de mensajes y comentarios en mis redes sociales.

"¿Es verdad que sos novia de Fede?"

"¡Qué lindos se ven juntos!"

"No puedo creerlo, ¿de verdad están saliendo?"

Confusa, abrí mis mensajes y vi que la mayoría eran seguidores de Fede e Ian. Mi corazón empezó a latir más rápido y, con una mezcla de curiosidad y temor, abrí Instagram. Ahí estaba, la historia de Ian, con Fede y yo hablando y riendo mientras le hacía peinados.

—¡Ian! —exclamé, saltando de la cama.

Sin perder tiempo, agarré una pantufla y bajé las escaleras rápidamente. Encontré a Ian en la cocina, preparándose un café con una sonrisa satisfecha en el rostro.

—¡Ian! —grité, lanzándole la pantufla— ¡¿Qué te pasa?! ¡Mirá lo que hiciste!

Ian se echó a reír, esquivando la pantufla por poco.

—¡Buen día, Yas! ¡Qué temperamento para una mañana tan bonita!

Antes de que pudiera responder, Fede apareció en la cocina con una expresión confundida.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó.

—Tu amigo decidió que era buena idea publicar un video nuestro en sus historias de Instagram —dije, señalando a Ian.

Fede, sin pensarlo dos veces, tomó una pantufla y se la lanzó a Ian también.

—¡Ian, sos un tarado! —dijo Fede, aunque no pudo evitar reírse.

Ian, ahora esquivando pantuflas de ambos lados, levantó las manos en señal de rendición.

—¡Pará, pará! ¡Lo hice por diversión! Además, mírenlo desde este lado, ahora todos saben que son adorables juntos.

Fede se rió y le lanzó otra pantufla a Ian.

—¡Ya, boludo agresivo! —dijo, entre risas.

La escena era tan ridícula que todos terminamos riendo a carcajadas. Justo entonces, el timbre sonó y Alan, Alex, Lukas y Max entraron con su energía habitual.

—¡¿Listos para que les gané?! —anunció Alan, alzando las manos.

Nos preparamos para grabar el video en la cocina. El desafío del día: preparar sushi. Todos los chicos y yo seríamos los cocineros, mientras que Fede (aún diga que su gemelo es el juez) asumiría el rol de jurado.

—¡Muy bien, equipo! —dijo Fede, alzando las manos— Hoy vamos a ver quién puede hacer el mejor sushi. ¡Y recuerden, quiero algo que sea comestible!

—Eso descarta automáticamente a Alan —bromeó Ian, lo que hizo que todos se rieran.

—Esperen a probar mi sushi antes de juzgarme —protestó Alan, con una sonrisa confiada.

Después de que todos los chicos pasaran y que Fede escupiera el sushi de Alan. Ian y yo quedamos como finalistas de Pendejo Chef 4.

—Mirá esto, Yas —dijo Ian, sosteniendo una lámina de alga nori— Este será el mejor sushi que hayas probado en tu vida.

—Ya veremos, Ian —respondí, con una sonrisa—. Voy a poner todo mi empeño en esto.

El tiempo pasó rápidamente entre risas y comentarios divertidos. Finalmente, llegó el momento de presentar los platos. Ian fue el Primero.

En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora