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Pasaban los días, Fede y yo nos veíamos de vez en cuando en un parque. A medida que pasaba tiempo con el, la conexión entre nosotros se profundizaba. Disfrutábamos de largas caminatas, compartíamos nuestras historias y cada día se sentía más especial. 

Al parecer cada día nos conocíamos mejor mutuamente.

Pero hoy era diferente, Fede me había invitado a pasar el día en su casa y conocer a su mejor amigo, Ian. Estaba emocionada y nerviosa a la vez, pero sabía que sería otra experiencia maravillosa.

Al llegar la mañana del siguiente día, me preparé con esmero, queriendo causar una buena impresión. Estaba lista mucho antes de la hora acordada, esperando con entusiasmo la llegada de Fede. Finalmente, el timbre de la puerta sonó y abrí rápidamente, encontrándome con su sonrisa radiante.

—¡Hola, Yas! —saludó Fede, dándome un abrazo cálido— Que linda te ves 

—Gracias, Fede —respondí, sonriendo y sintiendo un ligero rubor en mis mejillas.

Salimos juntos y nos dirigimos a su coche. Fede abrió la puerta para que entrara y luego se acomodó en el asiento del conductor. Mientras conducía, hablamos sobre pequeños detalles de nuestras vidas, riendo y disfrutando de la compañía mutua.

—Ian es una gran persona, estoy seguro de que se llevarán muy bien —dijo Fede, mientras manejaba— Es mi mejor amigo desde hace años y siempre ha estado a mi lado.

—Estoy ansiosa de conocerlo —respondí, genuinamente intrigada.

Después de un largo y a la vez corto trayecto, llegamos a la casa de Fede. Era una casa acogedora y bien cuidada, a comparación de los videos era demasiado grande. Entramos juntos y Fede me guió por el pasillo hacia la sala de estar, donde encontré a Ian sentado en el sofá, esperándonos con una sonrisa amistosa.

—¡Ian, esta es Yasmin! —dijo Fede, presentándonos— Yas, este es Ian.

—Encantada de conocerte, Ian —dije, extendiendo mi mano.

Ian se levantó y estrechó mi mano con calidez.

—El placer es mío, Yasmin. Fede me ha hablado mucho de ti —respondió, con una sonrisa sincera.

Nos sentamos en el sofá y comenzamos a charlar. Ian era tan amigable y divertido como Fede había descrito. Nos reímos y compartimos historias mientras Fede preparaba algo de beber en la cocina. Pronto, Fede regresó con refrescos y bocadillos, y nos instalamos cómodamente para disfrutar del día.

—Entonces, Yas, ¿cómo conociste a este personaje? —preguntó Ian, con una sonrisa juguetona, señalando a Fede.

—Nos conocimos en el café donde trabajaba —respondí, riendo— Gracias a el ya no recibo más regaños por parte de mi jefe...por que me despidieron - dije aún riendo

Ian soltó una carcajada, y Fede rodó los ojos, aunque sonreía.

—¡Qué grande sos, Fede! ¡Lograste que la despidieran! —dijo Ian, fingiendo estar impresionado— Y vos, Yas, ¿qué te convenció de darle una oportunidad después de eso?

—Bueno, el me defendió de un cliente estúpido —respondí, siguiendo el juego— Además, ha sido una excelente compañía desde entonces.

Fede se rió y le dio un suave empujón a Ian.

—Dejá de hacer chistes, Ian. Ni siquiera te sabias la historia completa.

—Sí, sí, claro —respondió Ian, riendo.

—Che, ¿sabés que Fede no para de hablar de vos? —dijo Ian, mirándome con una sonrisa traviesa— Todo el tiempo es 'Yas esto, Yas aquello'. Yo creo que ya me sé toda tu vida sin haberte conocido.

En mi próxima vida ; Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora