CAPITULO 1

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Aira Montanari

Dos años después.

Gimo descontroladamente una y otra vez mientras arremate contra mi cuerpo.

Su pelvis choca con la mía con cada embestía.

No se escucha nada más que su cuerpo chocando con el mío y mis gemidos que soy incapaz de controlar.

Me aferró a las sábanas empuñándola en mis manos cuando siento que estoy a nada de correrme, me penetra con fuerza y siento como las venas de su miembro palpitan dentro de mi.

Gimo alto cuando mis paredes vaginales se contraen aprendo su miembro cuando me corro, lo escucho gemir cuando llega a su liberación.

Deja caer, apoyando su frente en mi pecho tratando de regular su respiración.

Se toma unos segundos y sale de mi arrancándome un jadeo, se quita el condón, le hace un nudo y lo tira en el cesto junto a la cama, se acuesta a mi lado con la respiración echa un desastre.

La mía no está mejor.

Tomo varias respiraciones antes de levantarme de la cama y caminar directo al baño, me aseo un poco antes de salir y reunir mi ropa. Me pongo las bragas y después los pantalones, seguido del top de cuero negro y por último los tacones a juego con el atuendo.

- ¿Por qué no te quedas está noche? - inquiere apoyado en el cabezal de la cama con los brazos detrás de su nuca.

- Jamás me quedo Oliver y lo sabes - respondo mientras termino de colocarme los tacones.

- Podrías hacer una excepción hoy.

- No - suelto cortante.

Recojo mi cabello en una cola alta, tomo mi bolsa para salir finalmente de este lugar.

- Vamos, Alice. Solo está noche - si supiera que ese no es mi nombre.

- Ya dije que no - giro para encararlo -. Nuestro acuerdo es follar y ya, no compartir la cama como dos enamorados. Y por sise te olvido eso termina hoy, mañana regreso a mi país.

- Que mejor que pasar la última noche aquí - insiste - ¿Por que no dejas que tú hermano se siga encargando como lo ha hecho estos dos años?

- Porque el puesto de no es de mi hermano, es mío, el tiene que ver sus negocios también . Y no insistas, porque lo único que consigues es que quiera meterte un tiro entre las cejas.

Se queda en silencio. Y así está mejor.

No me tomaría nada sacar el armar y darle un tiro que adorne su maldita frente.

Retomo mi camino y salgo de la habitación para ir a mi apartamento. En el pasillo junto a la puerta se encuentra, Marco.

Mi mano derecha.

- La camioneta la espera, señora - asiento y nos dirigimos al ascensor.

Salimos del enorme edificio y otro de mis hombres abre la puerta trasera de la camioneta y me adentro a esta. Me coloco el cinturón de seguridad mientras ellos suben a sus respectivos lugares y no tardamos muchos en salir de la cera y alejarnos del lugar.

Dos años.

Han pasado dos años desde que me fui, desde que me despedí temporalmente de mi hija.

Es hora de volver a casa.

No puedo evadir mis responsabilidades más tiempo, menos con tantos buitres queriendo obtener mi puesto y mi poder.

Eso lo conseguirán al menos que esté muerta.

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora