CAPITULO 7

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Aira Montanari

El auto se detiene frente a la entrada, abren la puerta, bajo y luego ayudo a la niña a bajar de igual manera.

Sus pequeños ojos se abren mirando asombrada la mansión, mira alrededor el enorme jardín donde nos encontramos, deteniéndose en la fuente y sonríe al ver los pequeños pájaros que hay en esta.

- Es muy bonito.

- ¿Quieres verla por dentro? – asiente –. Vamos.

Nos acercamos al pórtico, las puertas se abren dejando ver a Aurelio con la misma mirada relajada de siempre.

- Bienvenida, señora – baja la mirada a Bria, quien se esconde detrás mi al verlo –, señorita.

- Bria, el es Aurelio el mayordomo. Aurelio ella es Bria.

- Hola – dice asomando su cabecita para verlo y se vuelve a esconder.

- Bienvenida, señorita Bria.

Nos adentramos a la estancia y caminamos directo a la cocina, veo a mi nana revolviendo una mezcla en un volt, luego comienza a vaciarla en un molde, una vez que está listo lo mete al horno.

- Nana – la llamo, se gira enfocándome y luego a la niña.

Se acerca y se pone de cuchillas tratando de igualar la altura de la niña.

- ¿Estás bien, pequeña? – asiente despacio.

- Nana, que alguien lleve algo de comida a mi habitación para que pueda comer.

- De acuerdo. Oye – su voz sale dulce – ¿Te gusta el pastel de chocolate?

- Si – habla bajito.

- Bien, pues que te parece si cuando termines de comer bajas con mi niña Aria, y te doy una porción de pastel – asiente.

Salimos de la cocina para ir al segundo piso, caminamos por los pasillos hasta mi habitación, abro la puerta y dejo que entre primero, camina despacio por la enorme habitación mirando todo de manera curiosa y con miedo de que pueda romper algo.

Saco mi teléfono y llamo a una de las tiendas departamentales.

Otros de mis tantos negocios.

- Tienda departamental, ¿Cómo puedo ayudarle? – habla una voz femenina del otro lado de la línea.

- Soy la señora Montanari, necesito que me mande tres vestidos para niña de cinco años.

- Claro, señora Montanari. Llegarán en treinta minutos.

- Cuánto antes, por favor.

- Seguro.

Cuelgo y me dirijo al baño para llenar un poco la tina.

Le pongo algunas esencias de vainilla, cierro el grifo y salgo encontrándome con la niña viendo una fotografía que está en la mesita de noche a un lado de mi cama.

Me acerco y observo que es la única foto que tengo con mi hija.

- Es muy bonita – susurra, gira su rostro viéndome – y muy chiquita.

- Lo era – miro la foto llena de nostalgia.

- ¿Se… murió? – pregunta con cautela –. La señora del orfanato dice que, cuando una persona muere antes es porque fue mala.

¿En serio?

Siquiera la señora está bien de la maldita cabeza.

Niego con la cabeza poniéndome de rodillas para estar casi a su altura.

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora