CAPITULO 4

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Aira Montanari

Reviso los papeles del reporte de estos dos años de como le ha ido a la empresa bajo la supervisión de mi hermano.

Nada mal.

Estoy muy orgullosa de él, hizo un excelente trabajo durante mi ausencia.

Tomo el teléfono y marcó el número tres que me conecta a la línea directa que tengo con mi secretaria.

- Ava – la llamo apenas descuelga la línea.

- Si, señora Montanari.

- Tráeme un café, por favor.

- ¿El de siempre?

- Si, gracias.

Cuelgo la línea.

No pasa mucho tiempo cuando la puerta se abre dejando ver a mi secretaria con mi café, lo deja sobre el escritorio y me recuerda la junta que tengo con los nuevos inversionistas dentro de unos minutos.

Reviso y firmo algunos documentos hasta que finalmente es hora de ir a la sala de juntas.

Salgo y veo a Leone frente al escritorio de Ava.

- Que hermosa estás hoy, Ava.

- ¿Se le ofrece algo, señor Grasso? – inquiere de manera profesional.

- Si, me gustaría que salieras conmigo está noche.

- Si solo vienes a coquetearles a mis trabajadoras, retiraré – hablo de manera fría.

Se aleja del escritorio y se gira enfocándome.

Su traje gris echo a la medida cubre su cuerpo bien formado, ocultando los tatuajes de su cuerpo.

- No está prohibido, o si?

- No, pero hay hombres que solo por pasar una noche con alguien se creen con el derecho de disponer de su tiempo solo para a tender sus… necesidades – lo miro despectivamente de arriba a bajo enfocándome unos segundos en el bulto entre sus pantalones y luego mirar fijamente a sus ojos –. Así que si eres de esos, te sugiero que no molestes a mis empleadas.

- En realidad, venía hablar contigo.

- Directo al punto, tengo cosas importantes que hacer.

Me doy la vuelta y me dirijo de nuevo a mi oficina tratando de ignorar el cosquilleo que recorre mi cuerpo.

- Y deja en paz a mi secretaria.

- ¿Está mujer tiene ojos en la espalda o que mierda? – susurra algo más que ya no logro escuchar.

Entro y me dirijo al escritorio, lo rodeo hasta sentarme de nuevo en mi silla, el se acerca y toma asiento frente a mi, extiende una carpeta y la tomo.

La abro y veo que son los traslados de mercancía que mandaremos a Calabria, a una de las bodegas que tengo a las afueras.

- Su hermano me dijo que estos requieren su firma.

Asiento, tomo un bolígrafo y firmo los papeles, los guardo de nuevo en la carpeta y se la extiendo.

- Que fantástica te ves hoy, Cherry – giña un ojo coqueto.

¿Cherry?

¿Se está burlando de mí?

- Los halagos baratos no te quedan – con un movimiento de cabeza indico la puerta –. Lárgate.

Me da una sonrisa, se levanta y sale de mi oficina.

Estos hijos de puta, solo saben joder.

Pero bien que te lo quieres follar.

Respiro hondo para no intentar matar a alguien, me levanto y ahora sí, salgo y voy directo a la sala de juntas, cuando entro veo a los tres inversionistas que esperan por mi.

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora