Aria Montanari
Uno… dos… tres… cuatro…
Mil…
Respiro profundo llenándome de paciencia para no meterle un tiro entre las cejas a mis amigas, parlotean sin para mientras estoy echada en mi cama con la mirada fija en el techo.
- Entonces, ¿Te coge rico?
- Por milésima vez, si – respondo de nuevo a la pregunta que Gia hace cada cinco o siete minutos.
Me están volviendo loca.
¿Más?
Cállate.
- Quita esa cara, Ari.
Me incorporo mirando a las dos mujeres que en este momento quiero asesinar.
Ya es tarde y se les ocurrió la brillante idea de empezar un interrogatorio, cuando lo único que quiero es dormir a lado de mi hombre, quien en este momento está siendo torturado por sus amigos.
- En este momento quisiera botarlas de mi casa.
- Nos echarías de menos – afirma Hazel.
- Tal vez no lo haga.
- Con nosotras no puedes fingir que no tienes corazón. Además, necesitamos hablar de otro tema.
- No hablaré de eso – afirmó al saber de que tema se trata.
- Hace unos días estabas diciéndome que te dolía pensar en eso, estamos aquí para apoyarte.
- Y las aprecio por eso, pero justo ahorita no quiero hablar de Genevieve – amo a mi hija y ellas lo saben, pero desde ese día que llore frente a Leone y hablamos me siento mejor –. Estoy bien, dentro de lo que cabe y quiero dormir. Así que…
Me levanto y me acerco a ellas tomándolas de las muñecas, las arrastro conmigo por el pasillo. Y justo cuando llegó a la habitación donde se encuentran la puerta se abre dejando ver a Leone.
- Bien, acabo de ganar 2mil dólares.
- Suyas – digo dándolas a sus respectivos esposos –. Mío – tomo la mano de Leone entrelazando nuestros dedos y sacándonos de la habitación.
Puedo escuchar sus risitas socarronas mientras salimos.
Camino rápido por los pasillos antes de que se les ocurra regresar, finalmente llegamos hasta mi habitación y cierro la puerta, apoyo mi espalda contra está soltando un suspiro de alivio.
- Te ves tensa.
- Trata de vivir tres años con ellas e intenta sobrevivir.
- Tuve suficiente con las dos horas de interrogatorio.
Se acerca a mi, me toma de los hombros y me atrae a el, abrazándome, rodeo su torso duro y tonificado, hundiendo mi rostro en su pecho aspirando su aroma.
- ¿Por qué eres tan alto?
- Eso se puede arreglar.
Se separa y se pone de rodillas abrazándome por la cintura.
No puedo evitar sonreír al ver tal acto.
Estoy tan cansada que nos pasamos a la cama, mi flojera están grande que no cambio mi ropa, solo me acurruco en su pecho y me dejo ir en un sueño profundo.
****
- Esta es toda la información – Darío me extiende un sobre manila color amarillo.
- Gracias. Si ves a tu hermano dile que venga.
- Claro, cuñada.
Sale dejándome sola.
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La Dama Italiana [+18]
ActionAveces tienes que volver para sanar realmente. Aria Montanari regresa después de dos años a tomar lo que por derecho es suyo. Pero su vida da un giro cuando conoce a un tierna niña que le recuerda mucho lo que perdió. Pero... ¿Que pasa cuando aún ha...