CAPITULO 46

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Aria Montanari

Me incorporo sobre la camilla acomodando mi blusa, volviendo a cubrir mi abdomen.

Ya pasó una semana y finalmente me quitaron los puntos de la cirugía, a pesar de que la herida es pequeña es notoria a simple vista, aún está algo rosada.

- La cirugía está cicatrizando rápido – comienza el médico de la familia –, puedes volver a tu rutina normal, pero evita hacer esfuerzos, actividades físicas y las otras actividades duran una semana – con “otras actividades” se refiere a los trabajos de la mafia, camina hasta su escritorio y se sienta detrás de este, yo tomo asiento frente a el.

» Te recetare una pomada que debes aplicar dos veces al día, está te va ayudar a qué la herida termine de cicatrizar y que evite la comezón e irritación.

- De acuerdo.

Escribe en un pedazo de papel y me la entrega, ahí está escrito las recomendaciones y la pomada que debo comprar.

Le agradezco una vez más y salgo del consultorio, Marco me espera aún lado de la puerta, cuando está dentro su papel de guardaespaldas siempre mantiene un paso prudente detrás de mi y cuando no, siempre está a mi par.

Las cosas comienzan a descontrolarse desde que asesine a Nahia Amato, pero no me quejo, lo disfruté y demasiado, él comenzó esta guerra y yo voy a terminarla.

Otro de los hombres abre la puerta de la camioneta y subo a esta, Marco sube al volante y emprende el rumbo a uno de los hoteles. Nos detenemos en una farmacia y mi jefe de seguridad baja a comprar la pomada.

Bajo del vehículo cuando llegamos y me adentro al enorme edificio, el blanco predomina como siempre con detalles dorados dándole ese toque elegante que caracteriza cada uno de mis hoteles.

- Bienvenida, señora – saludan las empleadas conforme paso.

Voy directo al elevador privado, indicando el piso de las oficinas.
Camino por los pasillos hasta llegar a la oficina de gerencia, intento pasar de largo pero la secretaria me detiene.

- Disculpe, no puede pasar. ¿Tiene cita?

- No – intento retomar mi camino, pero vuelve a detenerme.

Dios ayúdame, mi paciencia se acaba muy rápido en estos días.

- Lo lamento, pero no puedo dejarla pasar sino está citada – bueno, hay que reconocer que sabe hacer su trabajo.

- Señorita – habla Marco –, ella es la dueña de este hotel – la mujer abre los ojos como platos.

- ¡Dios! Discúlpeme señora, no sabía que era usted. Soy nueva – habla rápido, pero logro entender lo que dice.

- Descuida, demuestras que eres eficiente en tu trabajo.

- Gracias, señora. Adelante, pase – se hace aún lado dándome acceso.

Sigo mi camino y abro la puerta de golpe, el hombre del otro lado del escritorio levanta la cabeza al escuchar que alguien entro.

- Señora Montanari, que placer tenerla aquí.

- ¿En serio? – porque estos cabrones creen que pueden seguir viéndome la cara de pendeja.

- Por supuesto, señora.

Marco me pasa la carpeta que tiene sus manos, la dejo caer sobre el escritorio y este la toma con el ceño fruncido, la abre y comienza a revisar lo que hay dentro de esta.

Se rostro pierde color y palidece en segundos, pasa las demás hojas de manera rápida como sino creyera lo que ve.

- ¿Crees que yo paso por alto algún tipo de falta?

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora