CAPITULO 25

155 12 0
                                    

Aria Montanari

Me remuevo inquieta por toda la cama.

Quiero dormir pero no puedo.

Giro al lado derecho e intento acomodarme pero ninguna posición me satisface, termino boca arriba totalmente frustrada y decido levantarme de la cama para ir a la cocina.

Camino por el casi oscuro pasillo dirigiéndome a las escaleras, la tuene luz proveniente de la cocina evita que está completamente a oscuras, además del brillo de la luna que entra por las ventanas, me recargo en el umbral de está y veo a Leone sentado frente a la barra con un vaso de agua.

- No puedes dormir – más que una pregunta es una afirmación.

- No – reafirma girando a verme.

Me adentro a la cocina y camino hasta la nevera, tomo la jarra de agua y me sirvo un poco, volviendo a guardar la jarra, camino hasta quedar frente a él con la barra de mármol entre nosotros.

- ¿Qué te impide dormir? – me encojo de hombros.

- No lo sé. Solo se que si me quedaba un minuto más en esa cama me volvería loca.

Una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

- ¿Y tú?

Me mira por varios segundos algo inseguro de si decirme o no lo que tiene en mente.

Finalmente suelta un suspiro pesado y habla.

- Me quedé pensando en las fotos que recibiste.

- ¿Por qué?

- Es muy extraño que primero me mandarán fotos sobre lo de tu hija y luego te mandarán fotos mías follando con una loca obsesionada.

- Si es una loca obsesionada, ¿Por qué follabas con ella?

- Me ayudaba a mantener lejos a mi madre. Pero ya no me sirve de mucho.

- Oh.

No puedo evitar sentir un punzada de… ¿celos?

Si eso, justo en el pecho.

No la conozco pero ya odio a la mujer y ni siquiera la he visto más que en fotos.

De un momento a otro tengo a Leone a mi lado, mi cara queda a la altura de su pecho, por lo cual tengo que levantar un poco la cabeza.
Porque es tan alto.

Debe estar del metro ochenta o noventa.

Sus manos acunan mi rostro haciendo que levante el rostro para mirarlo a la cara.

- ¿Qué? – susurro, mientras siento como mi corazón comienza acelerarse.

Él no responde, se inclina poco a poco hasta que sus labios se posan sobre los míos en beso lento y afectuoso.

Jamás había tenido este tipo de besos, siempre son rápidos y llenos de deseo y lujuria.

Correspondo el beso posando mis manos en sus caderas, sus labios acarician los míos de manera suave y lenta y poco a poco va subiendo de nivel a uno más fogoso y ardiente.

Se separa con la respiración agitada intentando recuperar aire. Sus pupilas completamente dilatadas y sus ojos llenos de deseo.

Me elevó con la punta de mis pies y enroscado mis brazos en su nuca logrando que se incline para volver a unir nuestros labios en un beso desesperado y lleno de deseo.

Lo quiero ahora.

Tal vez es debido a mi falta de sexo que mi libido está por las nubes.

Sus manos viajan de mis caderas, acercándome más a él haciendo sentir su erección presionando contra mi vientre, un gemido sale mi boca lo que aprovecha para invadir mi boca con su lengua.

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora