CAPITULO 6

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Aira Montanari

Las enormes y elegantes puertas de cristal se abren dando pasó al vestíbulo del hotel.

El color blanco predomina por todo el vestíbulo, el dorado le da ese toque elegante y el enorme candelabro de cristal le da ese brillo llamativo.

Las empleadas me saludan al verme pasar, mientras me dirijo al ascensor privado para ir a las oficinas del último piso.

Admiro mi figura bien definida en la pared de cristal del ascensor mientras los pisos pasan, el sonido de las puertas abriéndose me dan paso libre para caminar por todo el lugar, que parece la zona administrativa de una empresa, que de un hotel.

- Señora Montanari, sea bienvenida – saluda una de las secretarias –. ¿La puedo ayudar?

- ¿Se encuentra, Arnold? – asiente confundida –. Gracias.

Paso por su lado dirigiéndome al pasillo que da directo a la oficina del gerente que administra mi hotel.

Estos hijos de putas creen que jamás me voy a enterar de lo que hacen con mis negocios.

A mí nadie me ve la cara de pendeja.

La secretaria no está en su escritorio, me acerco a la puerta y escucho pequeños sollozos ahogados.

Abro la puerta de golpe encontrándome con la peor de las escenas. El hombre detiene su acto al escuchar que la puerta fue abierta, cuando sus ojos me enfocan, su rostro palidece en segundos.

Me acerco a el con zancadas grandes haciendo que retroceda, cuando lo tengo lo suficientemente cerca estampó mi puño en su rostro.

Acomodo mi ropa y me volteo a ver a la chica que intenta cubrirse con lo que puede mientras solloza bajo.

- Vístete – digo mirándola – ¿Qué edad tienes? – inquiero confundida no se ve que pase los veinticinco.

- Veintidós – responde temerosa.

Veintidós.

Es una niña.

Una jodida niña.

- Sal de aquí, espérame en la sala de juntas – asiente terminando de acomodar sus ropas y sale de la oficina –. Pedazo de mierda – siseo girándome de nuevo al hombre a un en el suelo, dándole otro puñetazo – ¿Te crees tener los huevos suficientes para hacer esto en mis hoteles y a una niña?

- No sabía que ya había vuelto, señora.

- De a verte dicho, no hubiera encontrado esto – señaló con asco todo el entorno –. Recoge tus cosas y lárgate.

Se sube los pantalones y se acomoda la camisa y sale por la puerta, dos de mis hombres entran a los pocos segundos.

- Encárguense de que su esposa sepa lo que hizo, muéstrenle evidencias sin exponer a la chica, ¿Entendido? Lo que deben hacer después ya lo saben.

- Si, Dama.

Salgo de la oficina de porquería, la cuál luego mandare a desinfectar, no quiero sus restos en mis edificios. Camino por los pasillos hasta llegar a la sala de juntas donde me espera la joven.

Qué mierda tienen estos malditos cerdos en la cabeza. Creen que aprovecharse de niñas indefensas los hace más hombres o les da más poder.

Entro a la sala y la veo sentada en una de las silla abrazándose a si misma, su mirada se dirige a la puerta enfocándome. Un brillo de alivio se refleja en sus ojos al verme a mi y no a otra persona.

- ¿Cómo te llamas? – me detengo a un metro de distancia, cruzo mis brazos por debajo de mis pechos.

- Zoe, Zoe Campbell.

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora