CAPITULO 10

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Aria Montanari

Me levanto de mi silla y me acerco al mini bar para servirme otro vaso coñac, tomo otro vaso limpio y vierto un poco.

Escucho sus pasos mientras vierto el líquido en ambos vasos, su colonia me impregna cuando lo siento cerca, siento como el vientre se me contrae a la expectativa de algo.

- ¿Un trago? – le extiendo el vaso cuando giro.

Esta muy cerca, solo basta que de dos pasos al frente para a cortar la distancia.

- Salud – choca su vaso con el mío y se lo lleva a sus labios para darle un trago.

Me empinó el trago pasándome el líquido en una, como si de agua se tratara, vuelvo a servirme más.

- ¿Qué edad tiene? – pregunta refiriéndose a Bria.

- Cinco años.

- Es una niña encantadora.

- Lo es – una sonrisa se forma en mis labios, bajo la cabeza tratando de esconderla.

La levanto y lo veo más cerca que antes.

En qué momento se acercó tanto. Siento como mi cuerpo reacciona sin siquiera tocarme y como mi pulso se acelera.

Pasa su brazo a un lado de mi cuerpo inclinando el suyo, dejándonos solo a centímetros de distancias, casi escasos.

Mi pecho sube y baja casi rosándose con el suyo, mi respiración se vuelve pesada y el corazón se me quiere salir del pecho.

- Leone…

- ¿Si? – inquieren alejándose y en su mano tiene la botella de coñac.

Que estúpida me siento.

- ¿Cuándo… cuándo es tu siguiente vuelo? – digo aclarando mi garganta.

- Mañana por la noche. Necesito arreglar unos pequeños asuntos aquí, luego iré a Venecia y el viernes por la noche salir para ir a Sicilia.

- Tienes muchos viajes en pocos días – susurro girando para dejar mi vaso ya vacío sobre la barra.

Mis manos se cierran sobre está ejerciendo presión, giro de nuevo para enfocarlo cuando sus manos toman mi rostro y estampa sus labios con los míos con fuerza, suelto un jadeo por la impresión.

Sus labios se mueven en un beso demandante y posesivo, me sujeto de sus brazos para no perder el equilibrio y le respondo de la misma manera, una de sus manos viajan por todo mi cuerpo hasta sujetarme de la cintura, atrayéndome.

Gimo cuando muerde mi labio interior, su lengua me invade encontrándose con la mía, comenzando una lucha por ver quien lleva el control.

Siento como su erección comienza a formarse pegando en mi vientre.

Mi coño se humedece cada vez más por la posesividad del beso y las caricias de su boca sobre la mía. Separa sus labios para comenzar un rastro de besos húmedos por mi barbilla hasta mi cuello.

Inclinó la cabeza al lado contrario, dándole total libertad, mi cuerpo comienza a calentarse y una sensación algo extraña se forma en mi abdomen, una especie de cosquilleo que me incita a más.

- Leone… – gimo con fuerza cuando muerde y chupa en mi zona sensible –. Ah, merda.

Me sujeta con firmeza de la cadera con ambas manos comenzando a restregarme su erección, jadeo por el placer que recorre todo mi cuerpo hasta mi centro, intento mover mis caderas para seguir su ritmo, pero su agarre firme me lo impide.

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora