CAPITULO 29

104 9 1
                                    

Aria Montanari

Mis tacones resuenan cuando salgo del ascensor para ir directo a mi oficina.

Tuve una tarde agradable el día anterior. Después de aterrizar y tener otra sesión de sexo, la pasé junto a mi hija y Leone que se nos unió, luego de unas horas tuvo que irse, ya que igual tiene deberes que atender.

Ava me saluda antes de pararse de su asiento y seguirme para comenzar a recitarme mi agenda del día.

Apenas y tengo tiempo para comer. Me la paso en juntas, salidas, quejas y papeleo infernal.

Este es el maldito problema de dedicarte a la mafia, necesitas una maldita manta para cubrir tus negocios ilícitos, lo que hace que apenas y puedas respirar.

La puerta es tocada y Ava entra por ella con una taza de café que pedí hace cinco minutos, la deja sobre el escritorio antes de hablar.

- El señor Jones está aquí.

- Hazlo pasar.

Asiente y abandona la habitación para que, poco después está sea invadida por una cara más que familiar.

Las cosas solo se ponen de mal en peor, es como si la vida no se cansará de volver mi vida una mierda tan grande, para que me sea difícil sobrellevarla.

El atentado, las fotos, la bodega y ahora… esté cabrón.

Tomo un sorbo de mi café, la puerta se abre por completo dejando ver al hombre alto de complexión ancha, cuerpo bien trabajando, piel clara, cabello y ojos negros que resaltan mucho con su traje gris echo a la medida.

Bueno, hay algo que no vamos a negar, y es que el cabrón está bueno y él lo sabe.

- Que gusto verte de nuevo, Alice. O debería decir, Aria.

Suelto un suspiro cansado.

Necesito otras vacaciones.

- Jones – digo sin un ápice de gracia.

Este se acerca a mi rodeando el escritorio, veo sus claras intenciones de besarme, por lo que apartó mi rostro y pongo una mano en su pecho deteniéndolo.

Hace varias semanas mi cuerpo reaccionaba a él cada vez que se me insinuaba y yo cedía por las ganas de ser follada, pero ahora, mi cuerpo solo arde por alguien, que justo en este momento se encuentra llegando en Roma.

- Si viniste con la intención de insinuarte – con un movimiento de cabeza indico la puerta – ahí está la puerta, sino, toma asiento y hablemos, estoy ocupa – suelto despectiva.

- Hace una semanas querías que te hiciera mía.

- Las gente cambia y los gustos también.

Con una razón de 27.3cm.

Que rico.

Concéntrate Aria.

- ¿Hace cuánto te paso tu padre el otro 20% de los bienes?

- Hace una semana.

- Bien – entrelazó mis manos apoyando mis antebrazos en el escritorio –, nosé cuánto te comento tu padre sobre como se trabaja conmigo, pero, no vienes si no estoy enterada, no te reúnes conmigo al menos que lo solicite y que sea de suma importancia, fuera de eso lo demás lo arreglan con la persona que me representa y más importante antes de hacer algún cambio no pueden llevarlo acabo sin mi autorización, porque al final del día soy quien tiene la última palabra.

- ¿Qué te paso? – pregunta con voz suave por lo que frunzo el ceño.

- ¿Qué me pasó de que?

- La Alice…

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora