CAPITULO 27

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Aria Montanari

- Si – digo finalmente.

- Acelera hasta el fondo.

Meto todo el acelerador, casi llegando a su lado. Gira su cabeza un poco y acelera intentado alejarse, estamos a menos de diez metros de la línea de meta.

- ¡Ahora!

Pulso el botón rojo de manera automática, como si mi cuerpo estuviera listo para presionarlo, me impulso a gran velocidad rebasando a Ernest dejándolo atrás.

El camino está libre, todas las personas se hacen aún lado rápidamente cuando cruzó la línea, freno y quiebro todo el manubrio haciendo que las ruedas chillen contra el suelo dejando marcas cuando hago un giro cerrado perfecto.

Bajo de está y me quitó el casco con una enorme sonrisa en mi rostro.

A los instantes tengo a una enorme multitud rodeándome, mientras vitorean, felicitan y gritan Alice.

Siento como me toman por las piernas y me alzan colocándome en sus hombros con mis piernas unidas.

- ¡Alice!¡Alice! – vitorean.

Mi sonrisa se ensancha más, la felicidad me abarcan por completo, siento mi corazón al mil debido a la adrenalina.

Extrañe mucho esto.

Después de todo, apenas tengo veintiséis.

Vuelven a dejarme sobre mi pies. Veo a Ernest abrirse paso entre la multitud, poco a poco se acerca hasta que lo tengo frente a mi, lo que hace a continuación me deja perpleja.

Tomo mi rostro entre sus manos manteniéndome firme uniendo sus labios con los míos. Mis ojos se abren por la sorpresa, mientras mueve sus labios en un intento de que le corresponda el beso.

Tardo unos segundos en reaccionar, me remuevo liberándome de su agarre, hasta que lo logro dando un paso atrás.

- Buena carrera, Alice.

- Ya extrañaba el olor de la victoria.

- Algún día te venceré. No te confíes.

- Es bueno soñar.

El sonido de unas motos saliendo de la línea de salida llaman la atención de todos, yo lo ignoro hasta que escucho la voz de Marco por el intercomunicador.

- Ian, está compitiendo.

¡¿Qué dijo?!

- ¿Y porque demonios lo dejaste ir?

- ¿Qué, lo explico cómo el ataque de celos que le dio?

- Mierda – maldigo por lo bajo.

Cuando intento alejarme para ir a ver al organizador Ernest me toma del brazo acercándome a él tomándome de la cintura.

- Vamos divertimos.

- No estoy de humor – intento zafarme pero afianza su agarre.

- Vamos, preciosa.

Ruedo los ojos ya exasperada por la situación, no lo pienso mucho y levanto mi rodilla dándole justo en su paquete, gruñe del dolor aflojando su agarre dejándome libre.

- Aún te mantengo vigilado, no lo olvides.

No responde, solo asiente mientras intenta mantenerse de pie, con sus manos sosteniendo su entrepierna.

Voy a una zona alta, que es como una especie de mirador para poder observar mejor la carrera. Presionó el botón uno para hablar solo con él.

- Ian – no responde –. Con una mierda, se que estás escuchándome.

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora