CAPITULO 31

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Aria Montanari

¿Qué es lo que hacen cuando están aburridos?

Yo, torturar personas.

Estoy más que aburrida, han pasado tres días desde que regrese de Sicilia y necesito distraerme, así que, continuo mi camino hacia la bodega hasta adentrarme a esta.

Entro a la habitación donde tienen a los tres hombres del atentando, dado a que he estado ocupada, no he tenido tiempo de venir a visitarlos.

- Suficiente – los hombres que se encargaban de mantenerlos entretenidos se detienen.

Me acerco a las seis personas dentro de la habitación y observo a los tres individuos atados a las sillas.

- Cuélguenlos – asienten.

Se acercan a una palanca y tiran de ella, del techo descienden tres cadenas gruesas con ganchos. Toman a los hombres, les quitan las ropas y le sujetan bien las manos.

Los enganchan a las cadenas y vuelven a tirar de la palanca, elevándolos.

Deteniéndose a unos 20 centímetros del suelo. Mis hombres salen y me acerco a la mesa que tengo justo detrás de mi.

Evaluó todos los objetos y veo mi nuevo juguete.

Unos darnos.

Hay doce dardos, cuatro para cada uno.

Tomo los primeros cuatro y me giro a ellos encarándolos. Me miran como si fuera la peor abominación que haya pisado el mundo, pero es todo lo contrario.

Seré su peor verdugo.

Desearan la muerte.

- Vamos a jugar – alzó uno de los dardos – ustedes serán mi tablero y lanzaré esto a cualquier parte de su cuerpo si no me convence lo que escucho, ¿De acuerdo?

- Gnil’, suka – escupe el líder.

- Nos pudriremos juntos en el infierno, dorogoy – camino alrededor hasta que me pongo delante del que está a mi derecha –. Se que hablan bien mi idioma, así que, ¿Quién los envío?

El sujeto me mira de manera frívola, como si buscar intimidarme de alguna manera.

- ¿Por qué piensas que te lo diré?

- Mala respuesta – alzó el dardo, apunto y… lanzo.

Este se clava en el hombro izquierdo del hombre, por los primeros segundos no se escucha nada, solo hizo una pequeña mueca al momento en que se clavo el dardo, suelta un grito desgarrador mientras que el dardo que era de un color negro pasa poco a poco a ser transparente.

- Claro, olvide mencionarlo – suelto como si fuera despistada –, estos no son dardos comunes, contienen una toxina que al momento de que se inyecta a tu sistema comienzas a sufrir, es tan doloroso que sientes que te quemas por dentro – miro el dardo y luego a ellos – o eso me han dicho – comento desinteresadamente –. Se necesita una dosis exacta para poder paralizar a una persona y una más alta para que muera. Hay doce dardos, cuatro para cada uno, la dosis precisa para paralizarlos, claro, eso no evitará que sientan dolor. Serán mis títeres.

Una sonrisa ladina se forma en mis labios al ver sus rostros.

Los hombres me miran con horror, mientras mi sonrisa se ensancha. Jamás se debe tocar lo que es de la Dama, todo mortal sabe eso.

- ¿Quién los envío?

- No lo sé – responde el mismo.

- Error – lanzo otro dardo, este clava cerca de su entrepierna – casi.

La Dama Italiana [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora