Prólogo

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El baile de máscaras ha comenzado, mi vestido ceñido, marca mis mejores atributos, un pecho voluminoso y una cintura estrecha, el corsé hace su función. Baja en tubo hasta las rodillas y unos tacones negros cierran el conjunto.

Apenas llevo aquí unos minutos pero no tardo en llamar la atención de un hombre maduro de cabello oscuro salpicado de canas, de pie al fondo de la sala, vestido de negro, camisa y pantalón de vestir, su mascara a juego no deja que le vea el rostro. Estoy nerviosa, es la primera vez que acudo a un lugar como este.

Me observa durante unos segundos, sin quitarme la vista de encima, su mirada es intensa, y me aterra a la par que me excita, se está moviendo hacia mí como un depredador, despacio, acechándome.

Se detiene a mi espalda con su mano en mi cintura. Arde. Y me clava los dedos, con fuerza. Inclina su boca hacia mi oído y sus palabras me dejan sin respiración.

—Tu padre se enfadaría mucho si te descubre aquí, pipiola.

Mi corazón se detiene durante un segundo, saltando un latido y reanudando un ritmo frenético en mi pecho. Solo un hombre me llama así. Pero no puede ser, él no puede estar aquí.

—¿Te ha comido la lengua el gato?,-su risa me hace cosquillas en el cuello, sigue inclinado hacia mi cara.

No puedo evitar girar mi rostro hacia el suyo, quedando a escasos milímetros de su boca.

—¿Cómo me has reconocido?

—Incluso un ciego podría reconocerte, Patrizia.

No le respondo, tengo que salir de aquí, mi ansiedad se ha disparado. Es la primera vez que me escapo de casa y aún lugar que tiraría mi reputación por el suelo. Y me encuentro al único hombre que nunca debía estar aquí. Ni siquiera mi padre me hubiera causado tanta conmoción.

Doy un paso intentando huir. Pero él me agarra más fuerte contra su pecho. Puedo sentirlo duro detrás de mí, ¿está excitado? Joder.

—¿A dónde vas? La fiesta aún no ha terminado.

—Suéltame por favor.

—Te has metido en un mundo que está fuera de tu alcance.

—Déjame, estoy cansada de que todos me digan que debo hacer. -intento alejarme, pero es inútil.

—Mmm, cuidado con tus palabras, aquí tienen un significado muy distinto, pipiola.

—Suéltame.

—No voy a dejar que vayas por ahí sola, tu única condición para seguir aquí es mantenerte a mi lado. ¿Queda claro?

Asiento

—Bien, acompáñame.

Le sigo, me lleva agarrada y esto es como un sueño para mí, jamás pensé que su mano sería tan grande junto a la mía, tan fuerte y cálida. Estoy excitándome por momentos.

Nos lleva a una sala con más gente y una cama en el centro, ya hay varias parejas liándose. El coge una copa de una camarera casi desnuda y nos arrastra hasta un sillón, se sienta y me tira hacia él, sentándome en su regazo.

—¿Qué haces?

—Shhh voy a enseñarte mi mundo

—¿Tu mundo?

—Pequeña, quieres jugar con el lobo siendo la caperucita. Súbete el vestido hasta la cadera.

—¿Qué?

—Ya me has oído, ¿quieres estar aquí? Obedece.

Joder

Lo hago, me subo el vestido hasta las caderas y vuelvo a sentarme en su muslo.

Llama la atención de otro hombre que hay en una esquina, vestido solo con un tanga, y unas argollas perforando sus pezones, me recuerda a un esclavo, y éste se acerca a nosotros.

—Arrodíllate y cómele el coño.

—Sí amo.

—Espera, espera, ¿qué?

—Pipiola, aquí se hace lo que yo ordeno, ese es el juego.

—Yo solo he venido a ver, no quiero participar. yo eh...soy, soy virgen.

—¿Eres virgen?

No le contesto pero sí me pongo roja y miro hacia otro lado, no estoy preparada para confesar eso al hombre con el que he soñado toda la vida.

—Joder Patrizia, que diablos haces aquí. .-se pasa la mano por la boca, como desesperado.

Hace un gesto al hombre arrodillado ante mí para que se vaya

—Solo quería saber. He visto cosas en internet, me gustó, pero solo quiero mirar.

Asiente. Y bebe un trago de su copa, contemplando el espectáculo que tenemos delante.

Mi coño empieza a humedecerse muy rápido, estoy empezando a mojar su pantalón, ver y oír como las parejas tienen sexo delante de mí, me excita, ver como es penetrada, como la azota, como penetran a otro hombre. Me voy a correr de solo mirar.

Aprieto los muslos de forma natural por la excitación, deseo sentirlo, y llevo una mano a mis bragas de encaje, solo pasando la punta de los dedos por encima, cuando noto su mano sobre la mía. Y giro la cara para verlo, está mirándome, sus ojos oscuros brillan diferente, y me obliga abrir las piernas, recorriendo la cara interior de mi muslo con los dedos. Yo lo permito, me abro de piernas sobre él y me recuesto en su pecho.

—No quiero que vuelvas a darte placer sola, cuando estés excitada, me llamarás, ¿Entendido, pipiola?

Jadeo. No se que decir.

—Respóndeme. Dime que lo has entendido. -me susurra junto a mi oreja, sintiendo su aliento sobre mi piel.

—Si

Me aparta las bragas con delicadeza. Y juega en mi entrada con un dedo. Con el pulgar me acaricia el clítoris y creo que voy a correr con un solo roce. Antes de que pueda decirle nada, empieza a meter un dedo en mi interior y yo tengo que clavar las uñas en su brazo.

Lo oigo sisear, me levanta y me sienta encima de su polla, la noto dura y grande apretada contra mis nalgas. Me abre las piernas de un tirón y vuelve a meterme los dedos en el coño, pero ahora no tiene piedad conmigo. Me muerde el cuello mientras siento sus dedos entrar y salir de mi interior. Me muevo contra él, frotando su polla, cuando me corro, rápido e intenso.

—Joder, apoya tus pies en mis rodillas. -su voz es grave y profunda.

Y esos mismos dedos los lleva a mi boca, metiéndolos despacio, dejándome saborear los jugos de mi coño. Un gruñido sale de su garganta cuando los chupo con ansia.

Me gira la cara agarrándome del pelo y me devora la boca, sin delicadeza, exigente y brutal, como él mismo. Juega con mi lengua igual que lo hicieron sus dedos antes, cuando noto otra vez sus dedos meterse en mi coño, lo saca y juega con otro en mi ano, no lo detengo, y empieza a meterlo despacio, empieza a follarme ambos agujeros a la vez, sintiéndome llena, y cuando me muerde los labios un relámpago me recorre el cuerpo, provocándome el mejor orgasmo de mi vida, bebe mi gemido en la boca, y yo me derrito en sus brazos.

Secretos con el señor de la mafia (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora