Capítulo 33

786 52 18
                                    

La luz de la mañana me acaricia el rostro, a pesar de tener los ojos cerrados, la puedo sentir clavándose en mis pupilas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La luz de la mañana me acaricia el rostro, a pesar de tener los ojos cerrados, la puedo sentir clavándose en mis pupilas. Me duele el cuerpo como si me hubieran dado una paliza, hasta me duele respirar. Muevo ligeramente la mano derecha, y siento una presión sobre ella que se mueve en cuanto me siente.

—¿Patrizia? —su voz.

Siento su agarre subir por mi brazo.

—Mírame, cariño —su aliento entibia la piel de mi rostro antes de sentir sus dedos rozar mi mejilla. —Abre los ojos, por favor —el dolor de su voz me parte el alma.

Intento levantar mis párpados, con todo el dolor que arrastra mi cuerpo consigo abrirlos apenas una rendija, pero me cuesta enfocar su rostro y vuelvo a cerrarlos, respirando con dificultad.

—Llama al médico, está despierta —lo noto hablar con alguien más, pero su mano sigue aferradas a la mía. —Mi amor —su voz me acaricia como terciopelo, dándome un beso en la frente.

—Duele —mi voz es apenas un aire exhalado de mi garganta.

—Lo sé, enseguida vienen —se aleja de mí y su voz me sorprende. —¿¡DÓNDE COJONES ESTÁ EL MÉDICO!? —lo oigo rugir y una leve sonrisa me sube al rostro.

—Dante.

—Shhh, no fuerces —me besa los labios y lo oigo refunfuñar. —Voy a matar al puto medico.

—No la pagues con él, habrá más gente herida —me duele la garganta cuando el aire pasa por mi laringe, y mi voz suena afónica.

—Me importa una mierda la gente, Patrizia, solo me importas tú —vuelvo a sentir sus labios en mi frente y sus manos ansiosas acariciando mi cabello. —Shhh, no hables.

Vuelvo a intentar abrir los ojos, poco a poco levanto los párpados, siendo cegada por el sol, pero consigo enfocar la mirada y su rostro me deja sin respiración, está demacrado, las ojeras le llegan al suelo y sus ojos están rojos.

—¿Desde cuándo no duermes? —intento levantar el brazo para rozar su cara, pero me duele como agujas clavándose en mi piel y lo dejo caer.

—Joder, no te muevas, aún tienes los puntos recientes —se vuelve a alejar de mí. —!VE Y BUSCAR AL MALDITO MÉDICO, ARRÁSTRALO HASTA AQUÍ SI ES NECESARIO! —no me gustaría ser la persona que acaba de recibir esa orden.

—Estoy aquí, no hace falta hacer tanto espectáculo —una voz nos sorprende, entrando en la habitación y de pronto un golpe en la pared lo hace gritar. —¡SEÑOR CÁLMESE!

–Dante, suéltalo —otra voz masculina que no reconozco.

—Más te vale quitarle el dolor a mi mujer, o te parto esos dedos que tanto aprecias.

—No toleramos amenazas en este hospital.

—Me importa una mierda lo que toleres —su voz es fría como el hielo.

Secretos con el señor de la mafia (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora