Capítulo 24

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Lo confieso, he vuelto a dormirme después de que Dante saliera de la habitación y es casi la hora de comer, me visto a toda prisa con un pantalón corto de lino y una blusa anudada a mi cintura, con unas zapatillas de color rosa

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Lo confieso, he vuelto a dormirme después de que Dante saliera de la habitación y es casi la hora de comer, me visto a toda prisa con un pantalón corto de lino y una blusa anudada a mi cintura, con unas zapatillas de color rosa. Me miro durante un segundo en el espejo, pellizcándome las mejillas y me hago una trenza baja mientras salgo de la habitación.

Estoy bajando las escaleras principales cuando Phillip me intercepta, saliendo del despacho de mi esposo.

—Señora, tiene una visita.

—¿Para mí? ¿Quién es?

—Su abuela, ¿la hago pasar?

—¿Mi tata? —me sorprende tanto oírlo que salto los últimos escalones corriendo hacia la entrada y dándole un micro infarto al hombre de confianza de mi marido.

Llego justo a tiempo para ver su coche aparcar frente a la casa y me lanzo a sus brazos en cuanto la veo, fundiéndonos en un abrazo eterno.

—Mi niña...cuanto te he echado de menos —me acaricia la cabeza como ha hecho siempre, y me hace la señal de la cruz en la frente, es una mujer muy religiosa.

—Abuela —tengo que limpiarme las lágrimas que se escapan por mis mejillas, disimuladamente.

Cuando nos separamos, mi marido nos espera en silencio en la puerta, con Phillip dos pasos detrás de él.

—Deberíais hacer una entrada al mismo nivel de la calle...estos cuatro escalones son muy molestos.

—Si, yo también lo he pensado, se lo comentare a Dante —intento disimular una sonrisa, quitándole hierro a sus palabras, porque Dante la está perforando con la mirada.

La ayudo a subir y nos detenemos frente a él, que se impone con su altura sobre nosotras. Mi tata apenas le llega a la mitad del pecho, pero necesita mucho más que su altura para amedrentar a esta vieja.

—¿No vas a presentarme a tu marido? —lo mira de arriba abajo, con su ojo crítico.

—Ya lo conoces, tata, no necesitáis presentaciones.

—Bueno, antes lo conocía por ser el líder de nuestra familia, ahora lo conozco como tu marido.

Ambos se desafían con la mirada y tengo que intervenir antes de que salten chispas.

—Tata, Dante Falcone, mi marido.

—Stay zitto —me hace gestos con su mano para que guarde silencio, sus ojos inspeccionan a Dante que le aguanta el envite con entereza. —¿La tratas bien? —le señala con el dedo, como cuando nos interrogaba siendo pequeñas a mi hermana y a mi, y tengo que tragar saliva, nadie desafía tan abiertamente a Dante, nadie excepto yo, claro.

Lo observo levantar una ceja intrigado por la vieja que tiene delante.

—Nunca he matado a una anciana, pero siempre hay una primera vez.

Secretos con el señor de la mafia (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora