𝐴𝑟𝑔𝑒𝑛𝑡𝑖𝑛𝑎 𝑦 𝑓𝑒𝑟𝑛𝑒𝑡

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  Luego de un cansador viaje puedo llegar sano y salvo a Argentina, el país lo recibía con un clima frío, hasta donde sabía hace poco había iniciado el invierno en el país.

Le resto importancia, decidiendo buscar por todos lados a Matías, quien todavía no sabía si el castaño se encontraba en el lugar.

Agarro su celular y le mando un texto, algo preocupado.

—¡Rodri!

Ese grito fue lo que tanto anhelaba oír.

Corrió hasta el rubio, dándole este un cálido abrazo.

—¿Cómo estás? ¿Cómo estuvo el viaje?

—Todo bien, aunque un poco incómodo.

—Lamentablemente tenes que ir acompañado, ojalá hubiera asientos separados. — Confesó sonriente.— Bueno vamos, te ayudó con las cosas.

Tuvo que agradecer que su tío tenía un auto, caminar hasta una parada de colectivo con las maletas sería infernal.

Por suerte todo el trayecto en carro fue cómodo, se la pasaron escuchando música proveniente originalmente del país, también estuvieron practicando un poco del idioma, por si las dudas.

—Te vas a quedar acá durante una semana. — Le platicó Matías bajando las maletas.— Cualquier cosa me llamas o a los demás. En un día de estos además vamos a estar saliendo, pero si queres ir conociendo Buenos Aires solo no pasa nada.

Asintió con su cabeza.

—Nos vemos Rodri.

—Chau.

Después de pedir las llaves y subir a su habitación, se tiró a su cama rápidamente, exhausto.

El sentir el cómodo colchón abajo de su cuerpo hizo que tuviera ganas de dormir, pero recordó las millones de cosas que buscó para hacer en el día, así que se paró y se fue a dar una ducha.

Al salir y prepararse, agarro sus cosas junto a un objeto de protección, era mejor prevenir que lamentar.

Tenía en cuenta que la inseguridad se reflejaba más en los turistas, aunque él no fuera a quedarse solo por unas semanas, temia de que vieran lo “cheto” que lucía al llevar ropa de marca.

Se preparó mentalmente, girando la perilla, preparado para apreciar lo hermoso que le dijeron que era Argentina, en especial Buenos Aires.

Había visto varias fotos de los paisajes que aportaba el país, quería verlos en persona desde un principio, así que la emoción que sentía ya se la habrán imaginado.

Tenía planeado ir a la noche hasta el obelisco, era sábado y pasar por ahí sería ver a mucha gente, tiendas y luces.

Caminaba por el puente de La Mujer, apreciando cada detalle que tenía Puerto Madero, que sería donde se quedaría el resto de los años.

Le advirtieron que aquel lugar era bastante picado, que había mucho movimiento los findes de semana a la noche, más los viernes, pero él accedió igual.

Desde que vio una imagen de como se veía de noche, supo que quería despertarse de una siesta, mirar por la ventana y que sus ojos captaran esos paisajes.

Deseaba demasiado empezar a vivir su vida, ya lo estaba logrando, aunque no se percató de un pequeño pero grande detalle.

Su teléfono empezó a sonar repentinamente, sin dejar de hacerlo en ningún segundo.

Vio la pantalla del dispositivo, esperando lo peor suponiendo lo que se aproximaba, al abrir los ojos que sin pensarlo los había cerrado por el miedo, pudo ver el nombre de Vittoria, luego el de Nicolás, más tarde el de su madre, y para redondear la desgracia, el de su padre.

𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚́ 𝐚 𝐭𝐮 𝐠𝐚𝐭𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐢́𝐨! - 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora