𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖𝑔𝑜

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  Rodrigo Carrera; italiano, dieciocho años, castaño, rulos medio definidos, ojos verdes con un poco de marrón claro, ojeras notorias, nariz “perfecta” adornada de un piercing, cejas definidas, labios en forma de corazón de un color rosado y rojo fuerte, baja estatura, carismático, alegre, decidido, travieso, sociable y con un humor... Cuestionable por así decirlo. Un hombre deseable.

Algo característico de él, además de su altura, es su amor por los gatos, incluso tiene uno llamado Merlin.

Nació y se crió en Bolzano, Italia, junto con dos hermanos, Vittoria y Nicolás, y sus padres, Gabriel y Drusilla.

Aunque, por razones de estudio decidio mudarse a Argentina, siendo este un tema muy discutido con su familia, ya que los tres se negaban que el menor de ellos se fuera del país.

—Eres un idiota. — Indicó Vittoria señalandolo con su tenedor y con comida en la boca.

—Ro, no te puedes ir, hay muchas oportunidades acá, tendrías que tener otra opción. — Suplicó Nicolás preocupado, había sido la peor idea que se le ocurrió al menor en toda su vida según él.— Al menos busca algo que este en este país, o mejor dicho, en este continente al menos.

—Ya tome mi decisión. — Dijo el castaño jugueteando con su comida.— ¿Por qué no quieren que me vaya? — Pregunto inocentemente levantando la mirada, la cual observaba a los demás con desagrado e indignación.— Además, hay familiares que viven allí y gracias a ellos sabemos hablar español.

—Amor, ya te dijimos porqué. — Entró su mamá a la discusión, sentándose con su plato de comida.— Es demasiado lejos, ni siquiera esta en este continente.

—Además, tienes recién dieciocho años. — Agregó su padre.

—Casi veintinueve. — Gruño en lo bajo, esta irritado por tener que hablar sobre el mismo tema todos los días.— Si ustedes no están de acuerdo no me interesa, me voy a ir igual. — Concluyó dejando los cubiertos a un lado.— Gracias.

Levanto su plato y se lo llevó con dirección a la cocina.

—Ni bromeando se queda. — Comentó la rubia teñida centrada en lo suyo.

—No hace falta que digas algo que ya se sabe.

—Nicolás.

—¡No se puede ir así porque sí!

—Se va por sus estudios. — Defendió la joven, dedicándole una mirada asesina a su hermano. — Déjalo en paz, tú ni tendrias que opinar, eres su hermano. — Recalcó con enojo.

—¿¡Y!?

—Nicolás, cálmate.

—¡Esta idiota está protegiendo al imbécil de Rodrigo!

No hay que recalcar los problemas de ira que sufría el pelinegro, era evidente.

—¡Nicolás! — Exclamó su madre estrellando sus manos contra la mesa.— ¡No le hables así a tu hermana!

La susodicha agradeció y escapo de la escena tal cual como había hecho Rodrigo, quien esperaba su llegada para hablar en privado las cosas.

—Vamos.

Subieron las escaleras, se dirigieron a la habitación del ojiverde y se sentaron en la cama de este último.

—Como tengo más paciencia que ese. — Dijo refiriéndose al mayor de los tres.— Quiero que me expliques la verdadera razón.

Recibió una ceja levantada como respuesta.

—Vitto, en serio es por mis estudios.

—Ah, yo pensé que... Podía ser porque estabas enamorado, no lo se.

𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚́ 𝐚 𝐭𝐮 𝐠𝐚𝐭𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐢́𝐨! - 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora