𝐶𝑟𝑖𝑚𝑒𝑛

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—Soltame.

Obedeció las palabras escuchadas, pero siguió en su posición, delante de Carrera, que se mostraba inofensivo.

—Respondeme. — Ordenó esta vez Darío.— ¿Qué ibas a hacerle?

—Le iba a pegar una piña, ¿sos boludo?

—¿Así?

Sin dudarlo, le dirigió un golpe al pelinegro, dejándolo en el piso por la fuerza.

Este último jadeo del dolor por unos segundos, aun así decidio quedarse en el suelo.

—¿Quién mierda te creés?

—¿Quién mierda te creés vos para ir y querer noquear a Rodrigo? — Indicó.— Deberías buscarte una vida. — Escupió.

El dúo se fue del lugar, dejando rendido a Antonio, que se limitaba a seguirlos.

Después de subir casi corriendo las escaleras, Rodrigo dirigió su mirada a su amigo, demostraba confusión y atención en esta, indicando de alguna u otra manera que quería una clara explicación sobre lo que acababa de pasar

Los dos se miraron mutuamente, intentando inhalar el aire que les faltaba.

Estaban con sus manos apoyadas en el suelo y con sus pies en distintos escalones, habían escapado de Antonio lo más rápido posible, este simplemente se limitó a seguirlos.

—¿Por qué hiciste eso? — Pregunto exhausto en un susurro.

—Mira, vi como Antonio se fue por el mismo lugar que vos y lo seguí, y bueno, después me escondí para... Para ver si te hacia algo. — Contesto de la misma manera.

—¿¡Escuchaste todo!?

—No... Bueno, puede ser.

Antes de que todo terminará de esa manera, Rodrigo y Antonio estuvieron discutiendo de muchas cosas privadas de las cuales absolutamente nadie debería enterarse.

Cuando supo que el pelirrojo escucho todo, sintió como su mundo se vino abajo, realmente él no merecía saber de su pasado preocupante.

—Por favor...

—No le voy a decir a nadie. — Interrumpió.— Son cosas privadas que no tuve que escuchar y espero que me perdones por eso, pero tampoco quería verte llegando casi muerto.

Comprendió su punto, pues Carrera pensaba lo mismo, tampoco quería llegar al borde del desayuno a su clase o incluso, a su casa.

—Entendiendo, pero no es lo que escuchaste, sino lo que hiciste. — Explicó.— Antonio y yo tenemos problemas, es capaz de vengarse lastimandote... Y no quiero que te alejes de mi, pero...

El dúo sabia lo que se aproximaba, ninguno de los dos quería escuchar esas palabras, aunque entendían que era por el bien de ambos.

—Pero tengo que hacerlo. — Completo, desviando la vista preocupante de Darío.— Antonio llega a desquitarse con vos y me lo voy a lamentar demasiado, así que por favor, no me hables más.

El mayor quedo con sus labios medio abiertos, queriendo decir algunas cosas antes de que el ojiverde se fuera, pero este último fue más rápido.

—¡Rodri!

Definitivamente quería charlar las cosas.

Se levantó rápidamente y lamio sus labios antes de hablar.

—Yo entiendo lo que queres hacer, pero no quiero verte pasando esto solo. — Planteó, lamentándose un poco de sus palabras, entendía lo firme que era el menor al respetar su palabra.— Te van a matar si seguís así... Dejame acompañarte estos meses que estoy acá y después, de igual manera, voy a tener que volver a Estados Unidos. — Agregó.— Por favor Rodri, quiero que el día de mañana cuando vuelva a mi país lo haga estando seguro de que estas bien y a salvó.

𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚́ 𝐚 𝐭𝐮 𝐠𝐚𝐭𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐢́𝐨! - 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora