𝐿𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑡𝑜𝑟𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎...

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  Sus ojos estaban rojizos, sus labios levemente inchados, su garganta le ardía y una gran pereza invadía su cuerpo, no supo como llegó hasta ese punto, pero tomar alcohol era un método que usaba de vez en cuando para despejarse.

Siendo este el caso, Rodrigo se encontraba derrotado, pensando en sus actitudes. Falto a la Universidad por aquel suceso, estaba dispuesto a faltar para no tener que soportar miradas o comentarios de su parte.

Aunque sabia que ellos no eran capaces de hacer eso, nunca nadie termina conociendo del todo a una persona.

Estaba muy mal, tanto que se quedó en su cama el resto de la tarde, para lo único que movía su cuerpo era para ir a buscar comida o algo para tomar. Era una clase de comienzo de depresión.

Sin embargo, no espero que alguien tocará su puerta a las diecisiete y media de la tarde.

Dejó el bote de helado, bajo el volumen de la televisión, seco sus ojos un poco y se peino levemente.

Abrió la puerta esperando que fuera alguien de su familia, pero se sorprendió ver a Germán y, al parecer, con alguien más detrás suyo, que se estaba ocultando.

—Hola, Rodri.

Iba a romper en llanto, solo con escuchar esa voz sus ojos ya daban señales de largar más lágrimas.

—¿Cómo... Estás?

Los dos supieron que aquella pregunta fue estúpida, pero decidieron guardar esa opinión para si mismos, ninguno quería arruinar el momento.

—Bien... Creo. — Levanto levemente sus hombros, desviando su mirada.— ¿Pasó algo?

—Bueno... — Comenzó el de lentes.

El mismo golpeo a la persona que estaba detrás suyo, diciéndole de alguna manera que era su turno de hablar.

Tomás salió de su inútil escondite, pero siguió con la mirada baja.

—Te... Quería pedir perdón. — Formuló al mismo que fijaba sus ojos en los contrarios de color verde.— No me gustaría perder una amistad como la que tenemos porque vos me haces sentir bien y...

Sin pensarlo, se abalanzó a él en un fuerte abrazo mientras dejaba de lado el hecho de que no quería que sus amigos lo vieran llorar.

Empezó un llanto fuerte, haciendo que el abrazo se vuelva más fuerte y cariñoso, demostrando cuanto estaban arrepentidos ambos.

—Perdón Tomi, nunca debi gritarte.

—Te perdono.

Por el lado del susodicho, este se encontraba con una mirada de lastima y agradeciendo a todos los dioses ese abrazo.

Germán solo quedo como espectador, apreciando la tierna escena que transcurría enfrente de él.

Cuando vio que se separaron, decidio hablar.

—Rodri, yo también te quería pedir perdón, capaz no dije mucho, pero estuve involucrado. — Dijo tímidamente.

—Perdoname vos a mí, tuve que tratarte con más cariño.

También se unieron en un abrazo.

—Tus ojos están muy inchados y rojos, Ro. — Habló con lastima Tomás, lamentándose haberse tardado demasiado en disculparse.

—Ahm... — Jadeo, pasando su puño cerrado sobre los ojos delicadamente.— Sí, no es nada igual.

Usinger y Arbillaga se dedicaron una mirada rápida, era completamente mentira lo que decía.

𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚́ 𝐚 𝐭𝐮 𝐠𝐚𝐭𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐢́𝐨! - 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora