"𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠, 𝐴𝑙𝑓𝑟𝑒."

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🧩Hace varios años atrás...

   Rodrigo Carrera fue un estudiante muy importante y llamativo en su secundario allá en Italia.

Muchos lo describían como un matón de primera, y otros como un simple chico hermoso con mala fama.

Las chicas reconocían que Rodrigo desperdiciada esa belleza que se le fue otorgada al nacer. Mientras que los chicos temían de que “la cara de ángel” los dejara tirados en el piso suplicando de dolor.

Así es, Rodrigo se dedicaba a ser un tipo callado, se aguardaba sus problemas y no hablaba de más, era reconocido a tal punto de que la gente se la acercaba como peces al identificar a alimento, el cual los llevaría a su peor destino. Ese era el mejor ejemplo de muchos.

La mayoría quería hablarle, dialogar con él, ser su amigo, pero él en menos de un mes se alejaba y dejaba que nueva gente tuviera la oportunidad de charlar.

Sabía que la gente era traicionera, todos los son, por eso iba rotando cada tanto de grupo. Mejor tener mucha gente de tu lado que en contra, ¿no?

Bueno, al ser sociable lograba ganarse el cariño de muchos, pero su actitud seca lograba ganarse las miradas criticonas de todos.

Aunque, bueno, ¿quién no lo conocía por su físico e increíble fuerza?

Lo que más era detestado por los demás era que Rodrigo estuviera consciente de su fuerza y por ello, cargará con mucha valentía y cierto egocentrismo.

Mentiría si dijera que no se mando una que otra en ese secundario. Los profesores sabían de las actitudes del castaño, por lo que lo tenían vigilado todo el tiempo.

Aun así, el italiano lograba salirse con la suya. Conseguía lo que quería cuando desease.

Pero, un día sucedió algo que lo dejó muy lastimado sentimentalmente.

Una tarde como cualquiera, el ojiverde recibía miradas de todos al tener el labio partido y el pelo alborotado.

—Rodri, ¿qué te pasó? — Consultó preocupado Matías, su amigo en ese entonces.

—Nada, solo no me toques.

—¿Te peleaste de nuevo?

—No.

La pregunta estúpida hizo que apresurada el paso, su ira era incontrolable algunas veces.

—Solo dejame, en un rato te alcanzó.

—Está bien.

Camino con pasos bruscos en busca de una persona en específico, Víctor Leonel Rodríguez. Era un año mayor que él, pero esa no era excusa para no enfrentarse.

—Me dijeron que estas viendo a... ¿Emma? ¿Puede ser? — Hablo sin previó aviso, siempre se dirigía al grano.

—Ajá, ¿qué tiene?

—Bueno, no es de mala gana, pero plantearte con mujeres inocentes siendo vos un mujeriego es irrespetuoso. — Dijo disimulando tranquilidad.— Me entendés. — Miro suplicante.

𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚́ 𝐚 𝐭𝐮 𝐠𝐚𝐭𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐢́𝐨! - 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora